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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Correr detrás de Iris

No siempre una vida memorable y una obra artística de peso dan lugar a una biografía memorable o una película que pueda calificarse de obra maestra.

En el caso que nos ocupa habrá que decir que no es fácil retratar la personalidad de la filósofa y novelista Iris Murdoch (Dublin, 1919-Oxford 1999), su independencia, la potencia de su pensamiento, su intensa vida sexual y sentimiental, sus relaciones con otros escritores de la época (su controvertida historia con Elias Canetti) su matrimonio de 45 años con el también escritor y profesor John Bayley. En los recuerdos de su marido, recogidos en dos libros de memorias, se basa Iris, el filme de Richard Eyre sobre la autora de La red, que fue estrenado en 2001. Y que, gracias a la soberbia una más- interpretación de Judi Dench, hace que se nos haga difícil desligar el rostro de la actriz del verdadero rostro de la escritora.

Iris se centra en los últimos años de su vida cuando el Alzheimer empieza a mostrar su terrible realidad. Las palabras empiezan a huir de la escritora, que es tanto como decir que empieza a quedarse sin sangre o sin aliento. No es un bloqueo de escritor, es una enfermedad que acabará borrando el pasado de quien consideraba el lenguaje la columna vertebral de un ser humano pues es la conexión directa con sus pensamientos.

A fuerza de flashbacks, el filme alterna la vitalidad, la libertad, algunas ráfagas sobre la potencia del pensamiento de Iris Murdoch —quien, entre otros puntos de interés, fue una estudiosa de Sartre sobre quien escribió uno de sus libros filosóficos el primero dedicado al autor de La náusea en inglés— con el deterioro de sus últimos años. El filme narra cómo Murdoch consigue terminar su última obra ya con dificultades a causa de la enfermedad y cómo cuando ésta llega a su casa, recién salida de la imprenta, es incapaz de reconocerla ni de reconocerse corno su autora. El montaje es sin duda uno de los aciertos de la película, si dejamos a un lado su mejor activo: los actores, en espe-
cial Jim Broadbent y la ya mencionada Judi Dench que encarnan al matrimonio en los momentos de mayor deterioro vital. Ambos consiguieron reconocimientos por sus interpretaciones y para Broadbent fue el Oscar al mejor actor de reparto. Kate Winslett y Hugh Bonneville encarnan a la pareja en los años de su juventud.

Hay una secuencia inicial en la que Iris y Jim atraviesan un bosque en bicicleta. Ella va «atumba abierta» y él apenas puede seguirla. «Ve más
despacio» le insiste a la mujer de la que está irremediablemente enamorado, «sigue detrás de mí y no te pasará
nada», contesta ella. Y es de algún modo una metáfora de lo que fue su vida. A Bayley le tocó correr, literal y metafóricamente, detrás de Iris en
muchas ocasiones a lo largo de los 45 años en que estuvieron casados y la peor sin duda de esas carreras fue cuando, ya muy enferma, ella se escapa de casa y pasa varias horas de angustiosa búsqueda hasta que es devuelta al hogar. Iris, la película, es al fin una historia de amor entre una mujer excepcional, y, como tal, difícil para una relación digamos instalada en la costumbre, y un hombre tranquilo que aceptó su destino y que al final se convirtió en un devoto cuidador que nunca consintió que ella acabara sus días en una residencia, a pesar del deterioro que la situación estaba causando en su propia salud y del lugar inhabitable en que se había convertido el hogar por falta de ayuda y limpieza.

Iris no es desde luego una película memorable, pero puede funcionar como acicate para acercarse a su obra en el caso de quienes nunca hayan leído sus novelas. Si bien es cierto que solo fugazmente su pensamiento se cuela en ella a través de algunos frag- mentos extraídos de sus conferencias, la potencia del personaje sí aparece, así como algunas ráfagas de sus motivos como escritora. En España apenas están traducidos sus ensayos, pero el centenario de su nacimiento ha animado a varios sellos a recuperar sus novelas más celebradas como La red, la que inició su carrera literaria en 1954, o El mar, el mar (1978) con la que obtuvo el premio Booker.

Todas ellas buenas oportunidades para «correr» detrás de Iris.