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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«La poesía es el arte de la juventud»

Fue uno de los invitados de lujo del reciente Hay Festival, en Cartagena, Colombia. Conversamos sobre su labor como escritor frente a la vida.

Mircea Cărtărescu es un poeta, narrador y crítico literario rumano. En su obra destacan Nostalgia (1993), Lulu (1994), Las bellas extranjeras (2010), El ojo castaño de nuestro amor (2012), Solenoide (2015) y su proyecto Cegador (1996-2007). Algunos consideran que podría ser el primer escritor en lengua rumana en obtener el Premio Nobel de Literatura. En esta entrevista, desnuda su esencia: «Para mí la escritura no es diversión, es como respirar».

Si lo definimos en una palabra, ¿sería poeta?
La poesía es mi raíz, es de donde vengo. He sido poeta antes de escribir poesía. Lo digo, porque para mí la poesía no son palabras que uno pone sobre el papel, más bien es una forma de ver el mundo. Inclusive ahora que escribo prosa, la poesía continúa siendo el corazón de mi narrativa y el corazón de mi forma de escribir.

¿Cómo la narrativa le robó espacio a la poesía?
En mi opinión, la prosa narrativa es una oportunidad para los poetas, no les quita espacio, al contrario nos da la experiencia de lo que se escribe. Esta experiencia es válida solo si las hojas narradas tienen chispas de poesía.

Por lo general, los narradores que han querido ser poetas no son muy afortunados.
Es una observación correcta. Conozco muy pocos ejemplos, Thomas Hardy es uno de esos. Al contrario, sí pasa que los poetas se convierten en grandes novelistas: James Joyce, Marcel Proust, entre otros. La poesía es el arte de la juventud, porque es el arte de contar lo que hay en tu corazón, es una forma algo ingenua de ver el mundo.

Recuerda algo de ese niño y joven poeta.
A los dos o tres años me memorizaba los poemas que mis padres me contaban. En esa época vivía en un barrio muy pobre; recuerdo que la gente se reunía a mi alrededor para escucharme recitar. Mis primeros textos fueron en la escuela, aún conservo esos poemas. Ya en la universidad, me concentré de lleno en la escritura y la poesía, también conocí a muchos colegas y grandes poetas, aprendí mucho de ellos. En ese pequeño círculo literario que se formó en la universidad, aprendí sobre la amistad y el amor, aspectos importantes porque en ese momento vivíamos en dictadura, había censura, entonces escribíamos para nosotros. La existencia de ese círculo fue muy definitoria para lo que fue esa generación de poetas.

¿Qué le dio y le quitó la dictadura?
La dictadura se robó mi juventud [el régimen de Ceaușescu]. Sentía que vivía en una prisión, sin derechos y en la pobreza. Si no fuera por la poesía y la literatura, estaría hoy muerto. Odiaba a la dictadura y ella también me odiaba a mí.

La literatura fue una forma de resistencia.
No solo fue resistencia, también fue un abrazo. En ese momento, no teníamos el poder de los sin poder, lo que decía Havel, el poder real era nuestro y lo usábamos para tumbarla dictadura. Teníamos mucha esperanza, lo desafortunado fue que esa gente llegó al poder con otra máscara y con otro nombre e inclusive hasta hoy sigue ahí.

Un verso del poeta español Manuel Vilas dice: «Mis libros no cambiaron al mundo solo me cambiaron a mí». En su caso, ¿cómo es la relación con sus libros?
De ninguna forma. Trato de olvidar cada libro porque luego no haría nada nuevo. Mis libros son como la piel de una serpiente: la dejas atrás para olvidarla. Lo único que me importa a mí es el libro que escribo ahora, esa es mi vida y mi punto de interés, de manera que lo pueda guiar como un árbol cuando crece vertical y trata de llegar al cielo.

¿Le obsesiona ganar el Nobel de Literatura?
Yo he ganado el Nobel cientos de veces. Cada vez que escribo una página que me gusta y la leo, eso es el Nobel.

Y, finalmente, ¿cómo es su ciudad literaria?
Es un alterego, no tiene una extensión geográfica bajo el cielo sino bajo mi propia mente. Las ciudades de los grandes escritores no son reales, y suelen ser mucho más bellas que las verdaderas. Bucarest como tal es una ciudad interesante, llena de contrastes, de luz y de sombras, pero no tiene nada que ver con la ciudad que cuento en mis obras.

Esquire