El título, con su deliberado error ortográfico, y el subtítulo –“Un manual de instrucciones para la vida escolar destinado a los alumnos y sus padres”– son ya una declaración gamberra de intenciones para entender que estamos ante un libro educativo distinto a los habituales. Y todavía lo es más la llamada “tabla de contenidos”: información pribilegiada sobre colejios, empollones, chibatos, canallas, direztores, criquet, guarros, habusones, padres, profesores, artistas del hengaño, malas llerbas en jeneral, bromitas de dormitorio y desastres diversos… El libro es original también en su estructura: por un lado, el relato del niño Nigel, con sus garrafales faltas de ortografía y su visión tan corrosiva y especial de todo, mezclando los argumentos, la fantasía y la realidad, y deteniéndose especialmente en las constantes gamberradas que se le van ocurriendo; por otro, tienen su importancia las ilustraciones de Ronald Searle, muy de la época, expresivas y divertidas como el texto, y que presentan el típico humor inglés.
La labor de traducción de Jon Bilbao es, en este caso, una auténtica obra de arte, ya que se han conservado los giros infantiles llenos de errores y unas faltas de ortografía que por si mismas hacen reír.
A.T.