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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Bucarest y las alas de mariposa

Mircea Cartarescu publica el segundo título de la trilogía «Cegador». Su vida y la de su país, Rumanía, se mezclan de manera magistral.

Los comienzos como poeta de este fantástico e inclasificable escritor de nuestros días que es el rumano Mircea Cartarescu (Bucarest, 1956) ya nunca lo abandonarían. Toda su narrativa posterior estaría teñida de una maravillosa, embriagadora y sostenida tensión lírica. Una tensión a la que el lector, ante este tipo de escritura no realista, a ratos espectral, onírica, expresionista, alucinatoria, de paranoias kafkianas, tiene que dejarse arrastrar sin resistencia, mecido únicamente por su poesía, por el fabuloso ritmo de las frases y por la belleza siempre sorprendente de imágenes inauditas que se mueven en una gigantesca amalgama de pasado y presente, de mitos, seres fantásticos y leyendas junto a trasfondos auténticos e históricos.

Una poesía y un lenguaje deslumbrante que tiñe todo, de principio a final, omnipresente sobre todo en su más ambicioso y singular ciclo novelesco emprendido a mediados de los años noventa: Orbitor (Cegador, en su traducción, de nuevo espléndidamente llevada a cabo por parte de Marian Ochoa de Eribe, como el resto de su obra). Una trilogía, sin igual en su género, construida alrededor de los recuerdos iniciáticos y fantasmagóricos, de las alucinaciones, paseos y sueños del joven Mircea, compuesta por El ala izquierda, El cuerpo y El ala derecha. Una trilogía que convoca todos los registros y cartografías posibles, desde las de su propio cuerpo hasta la misma ciudad de Bucarest, que sigue siendo un centro neurálgico, un volcán dormido alrededor del cual giran todos, como mariposas alrededor de una luz cegadora.

En esta ocasión, Bucarest es la sombría y amenazante capital de la Securitate, en los años de plomo del comunismo, a mediados de los años 60. En ese momento Mircea acaba de cumplir ocho años. En esa obsesiva historia de amor-odio, las terminaciones nerviosas de la ciudad se confunden con su propio cuerpo. En esa «Valaquia dormida, perfumada y desparramada entre los Cárpatos»,Mircea y los seres sobrenaturales o no que lo acompañan, vive la magia del pasado, el desasosiego ante lo desconocido, la intensidad de las emociones, pero también el horror. Una bella y decadente ciudad fue echada abajo sin piedad con sus gorgonas, atlantes y sublimes villas por un dictador que la aborrecía. En medio de ese «desierto atómico» la casa de Mircea resistió. Alrededor del pequeño Mircea, su hermano perdido Victor y su madre que teje alfombras con secretos de estado insertados en ellas, un universo compuesto por fantásticos personajes lo acompañan en sus peregrinaciones por las laberínticas callejuelas y por las grietas sin cesar abiertas en una realidad que unas veces es soñada, otras imaginada y otras vivida conformando recuerdos posteriores, que de momento se resisten a ordenarse.