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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Buenas noches, Planeta

«La primera estrella aparece y la luz del cielo nos indica que el día está a punto terminar, inevitablemente, pese a todos los juegos, la hora de dormir llega. ¿Sucederá lo mismo con nuestros juguetes? ¿Dormirán junto a ti? ¿Acaso será posible?».

La tarde entera para jugar. Afuera, la brisa de otoño y la piscina de hojas secas que espera el gran salto de la niña, un salto más, tan solo uno para dejarse caer de espalda sobre crujidos y carcajadas. La complicidad de Planeta y la pequeña mano de la niña empuñada, que nunca suelta a su muñeco favorito. El día termina. Ya es hora de entrar, decir buenas noches que mañana será otro día. Mas Planeta, nuestro fiel amigo, bajará las escaleras, explorará la casa sin imaginar la aventura que le espera.

Un historia enlazada por un trío de personajes entrañables, dueños de una inocencia que nos interpela. Planeta, el peluche regalón, Elliot, el perro de la niña, y Braulio, el ratón. Juntos después de saborear unas ricas galletas irán en búsqueda de aquello que vemos en lo alto, esa galleta, la más grande del mundo. Querrán alcanzarla, correrán y saltarán, con la premisa de creer. Bastará un salto hasta que casi lo logren. De seguro alguien más sabrá cómo llegar, hay veces que la vemos toda mordida.

Ricardo Liniers Siri, más conocido como Liniers, nos muestra esa realidad nocturna de cuando te arropan y te dan las buenas noches. Pone en jaque aquél imaginario –probable o no– de cuando llega la noche y te preguntas —sin importar la edad— ¿Qué ocurrirá con tus juguetes, con tu peluche amigo? ¿Se levantará?…

En cada cuadro la historia avanza de la mano del lápiz y la acuarela, detalles de la realidad llevados al trazo, la textura de los animales, de los escenarios en dónde ocurre la acción, los personajes cargados de expresividad que complementado con la incorporación de onomatopeyas, generan ese movimiento cuadro a cuadro de la historia que se cuenta. Sus viñetas elocuentes, proponen dos lecturas, esa detenida y detallista en el campo visual y aquella que insta a leer en voz alta, que como —pequeños y grandes lectores— es imposible no verse en la pequeña protagonista.

Este relato infantil confirma la versatilidad y el gran talento de Liniers para contar y matizar a través de sus viñetas, lo que urge mirar. Detenerse en esos mensajes reflexivos (tan propios en Enriqueta y Fellini) en torno a mundos pequeños y grandes, mezclados con ese humor que ironiza pedazos de nuestra vida cotidiana con frases filosóficas, como por ejemplo, acerca de asumir que cada uno -grande o chico-es un universo entero. No en vano acaba de conseguir con este libro el premio Eisner, premio importantísimo dentro del Cómic.

El libro termina con las fotografías reales, podemos entender que él mismo se ficciona en su propia realidad, busca esa inspiración, seguramente la que vio ahí en la relación de una de sus hijas, en la casa donde habita junto a su familia, el dibujante, el —también— padre.

Un libro ideal para acompañar las Buenas noches…