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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

David Lodge Dialoga Con H. G. Wells

El famoso narrador británico edita en español «Un hombre con atributos» (Impedimenta): un imaginativo texto, en el que un singular George Herbert Wells confiesa sus secretos más íntimos.

David Lodge surca con soltura y determinación los universos enterrados en las entrañas de la fantasía.

Las obras de este antiguo profesor de literatura presentan la naturaleza de manuales sobre cómo desplegar el sentido vitalista y enriquecedor de la sátira clásica, actitud muy propia de las islas británicas y de los autores nacidos en el territorio donde se asentaba Camelot.

Un género de hilaridad apremiante, que ha tenido notables maestros de afilada y delirante pluma con carné made in Great Britain, tales como Pelham Grenville Wodehouse y Tom Sharpe.

Sin embargo, el estilo de Lodge es menos excesivo y surrealista que el ejecutado por los citados colegas de profesión del narrador londinense. El discurso del responsable de ¡El autor, el autor! viene a reflejar la simetría equilibrada entre la racionalidad comprobable, y lo que la mente puede dilucidar más allá de las notas oficialistas.

Así es como DL ha configurado el cuerpo argumental y expresivo de Un hombre con atributos: un libro plagado de momentos memorables y emotivas declaraciones a voz en duermevela, que la editorial Impedimenta presenta este mes a los lectores con ganas de adentrarse en el coto existencial del talentoso H. G. Wells.

A modo de biografía robada a las intimidades silenciosas, el volumen del autor capitalino centra el foco de atención en la época de decadencia del que fue proclamado «el literato del futuro», y lo hace con el particular rictus rocambolesco y barroco que suele desarrollar la abigarrada prosa de Lodge.

DAVID LODGE SE DISFRAZA DE DICKENS

La trama de El hombre con atributos arranca en 1944 (dos años antes del fallecimiento de Herbert George Wells), cuando el famoso creador de La maquina del tiempo vive aislado de la gente, en su residencia situada en la céntrica localidad de Regent’s Park.

Allí, el anciano Wells desgrana su larga existencia, toda ella surcada por actitudes contradictorias, que han marcado su evolución como persona y escritor.

Mujeriego empedernido, poco dado a confraternizar con el academicismo reinante, seguidor de la Sociedad Fabiana, rico con cierto sentido de arrepentimiento consumista, amante de los placeres y luchador empedernido por alcanzar mejoras en el tejido social; estas y otras coordenadas trazaron la vida del padre de El hombre invisible, y componen la figura del individuo que aparece en el texto de Lodge, sin disfraces mediáticos.

DL saca sumo partido a este personaje carcomido por semejante gama de claroscuros, y le hace revelar los numerosos aspectos más o menos embarazosos de unas memorias nutridas por el espíritu hilarante de la incongruencia, que conlleva estar en una paradoja constante.

Las referencias a Wells como «él mismo» (himself) muestran ese carácter ajeno e ilusorio, que reclama la asunción de una autobiografía crepuscular y nunca autorizada, como esta.

Un diario de anticipo a la muerte anunciada, que recuerda en algunos aspectos al engranaje sobrenatural de Canción de Navidad, de Charles Dickens. Aunque, en el caso de la novela de Lodge, los fantasmas se tornan más reales que en el relato de Mr. Scrooge; ya que no se amenazan con desmaterializarse al llegar el alba.

Jesús Martín