cabecera 1080x140

Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

DEL LIBRO A LA PANTALLA: «KES»

Reseña de Kes de Barry Hines y de su película, adaptada por el genial director Ken Loach en 1968.

A los ojos de gran parte de los aficionados al cine en nuestro país con especial inclinación por las temáticas de índole social, Ken Loach empezó a captar la atención con el estreno de Agenda oculta (1990), en que se nos muestra ese terrorismo de estado que opera en la trastienda, en este caso, de la Administración Thatcher. No obstante, a la altura de finales de los años ochenta Loach acumulaba las suficientes horas de vuelo como para ser un cineasta a considerar entre determinados círculos cinéfilos. Bien es cierto que el realizador inglés había compaginado la filmación de largometrajes de ficción con documentales para la pequeña pantalla que, en cierta manera, le situaron en un terreno incómodo a la hora de advertir su categoría “autoral”. En cualquier caso, en ambos formatos un nombre propio asomaría en ese periodo profesional de Loach opaco al conocimiento de numerosos aficionados que con la llegada de los años noventa iniciaron el ritual de asistir a cada una de las producciones en que aparecía encabezando los créditos. Se trata de Melvin Barry Hines (1939-2016), otro de los «hijos de la guerra», quien a partir de finales de los años cincuenta parecía predispuesto a hacer de la escritura su modus vivendi. Para ello se amoldó a practicar varios géneros: la elaboración de obras de teatro, relatos cortos, guiones cinematográficos y televisivos, y novelas. En esta última especialidad, Hines se granjeó gran parte del prestigio que le acompañó a lo largo de su vida, dejando para la posteridad un título, Kes / A Kestrel for a Knave (1968), que sigue la estela de otras piezas literarias —Un lugar en la cumbre (1958) de John Bayne, y Sábado noche, domingo mañana (1958) y La soledad del corredor de fondo (1960), ambas de Alan Sillitoe— elevadas a una «nueva realidad» al albur de sus respectivas adaptaciones cinematográficas bajo el amparo de lo que se dio en llamar free cinema. Aquellos vientos de cambio auspiciados por los angry young men seguían soplando a finales de los años sesenta, espacio temporal en el que tuvo acomodo la traslación al celuloide la referida novela de Hines. Desde entonces, su director Ken Loach y Hines establecieron una alianza profesional que dio lugar a la cristalización de tres proyectos más, The Gamekepper (1980), Look and Smiles (1981) y la ficción televisiva Threads (1984), que especula sobre un ataque nuclear a Sheffield, un relato en clave semidocumental que nació de un guión original. Ninguno de estos largometrajes de ficción tuvo visibilidad en nuestro país, a diferencia de Thread, emitido por el segundo canal autonómico de la televisión catalana con el título Trama, en agosto de 1990, justo el año del despertar en las carteleras de Agenda oculta. Atendiendo a la contundencia que exhiben sendas propuestas, de cara a aquellos inquietos aficionados cabía escudriñar en los anteriores trabajos de Loach a ese «año 0». En esa mirada en retrospectiva no debía pasar inadvertido un título como Kes (1969).

Adaptación a dos manos: la historia contada por Hines & Loach

Merecedora del Globo de Cristal en la XVII edición del Festival de Cine de Karlovy-Vary, y de dos premios BAFTA (a la Mejor Joven Promesa para David Bradley y al Mejor Actor Secundario para Colin Welland), Kes responde a unos parámetros netamente asentados en la noción del free cinema y, en cierta manera, hermanada con su coetánea If… (1968) —dirigida por Lindsay Anderson, uno de los adalides de este efímero movimiento cinematográfico— en su diatriba contra el sistema educativo británico. No obstante, esta es una de las patas temáticas que incriminan a Kes, en la que Hines participó activamente en la confección del guión, a la manera de la estrategia utilizada por Sillitoe en relación a Sábado noche, domingo mañana y La soledad del corredor de fondo, esto es, tratar de preservar el material de partida en el que se basa. En su esencia, Barry Hines preservaría el contenido de una propuesta que en su dispositivo narrativo muestra un notable pulso, resultando puntillista y aplicado en una escritura que trabaja en los aspectos más hondos de la psicología de los personajes en liza, preferentemente Billy Casper con notables concomitancias con el Colin Smith de La soledad del corredor de fondo y, a juicio del propio autor (así lo explicita en el epílogo finisecular que se incluye en la edición de Impedimenta), el Artful Dodger de Oliver Twist. Gracias a la edición publicada por primera vez en castellano podemos atender al detalle del contenido de un libro cuya lectura predispuso a su adaptación en manos de un cineasta que representaba ya por aquel entonces una voz disidente del establishment, concibiendo en su adaptación a la gran pantalla una acerada crítica al sistema educativo, pero asimismo al Estado a la hora de trazar el itineario laboral y/o formativo de esos jóvenes de la escuela técnica que muestran desinterés por los estufios, caso de Billy. Cinta premonitoria a la hora de advertir hacia que derroteros se conduciría el cine de Ken Loach, Kes muestra su carácter singular en su concepción alegórica, en que la libertad experimentada por el halcón peregrino que da nombre al título de la película al volar, parece vivirla en sus propias carnes su propio adiestrador, el adolescente Billy. En esta tesitura es donde Casper se siente realizado, tratando de abstraerse de un entorno que le imposibilita observar el futuro con ilusión y esperanza. Enfrentado a su propio hermanastro Jud, desasistido de afecto por parte de su madre, una mujer de mediana edad promíscua tras haber sido abandonada por su marido. Un cuadro familiar observado con colores degradados que se coresponde con las primeras impresiones que se pueden extraer de la lectura de la obra de Barry Hines. Entendiendo que en su transcripción en imágenes había aspectos que debían quedar convenientemente sintetizados (en especial, toda la parte central del libro en que se refleja la simbiosis establecida entre Kes y su adiestrador, Billy, a través de largas sesiones de convivencia) o sencillamente elliminados porque no funcionaban (la parte en que Billy trata de redactar en clase una historia que le resulte cautivadora a petición de su profesor de Literatura, o el final en el que se mixtura realidad y fantasía), Hines salió del envite lo suficientemente satisfecho como para repetir colaboración en diversas ocasiones con Ken Loach, un self made man que irían puliendo un estilo poroso a su formación como documentalista y con un aliento poético que encontraría la orma de su zapato con la pieza literaria que llevaría por título Kestrel for a Knave. Sin embargo, con buen criterio Impedimenta se ha valido del título Kes con un ojo (de halcón) puesto en su adaptación cinematográfica urdida por dos representantes del Norte de Inglaterra. De ahí que no hubiera reparo alguno a que el acento de Sheffield (presente en la novela) acabara siendo un rasgo disintivo a añadir al conjunto de Kes, que hunde sus raíces en la tradición de las obras formuladas en un espacio de depresión social y económica que padecieron las working class y las low class en las pequeñas y medianas ciudades de la Inglaterra de los años sesenta y setenta.•

Christian Aguilera