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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Dickinson y un falsificador de poemas, la pareja del verano

Tan solo es necesario leer el prólogo para decidirse por la lectura completa de La poeta y el asesino.

Primero, un aviso. Si aun no han decidido con qué volumen iniciar sus lecturas veraniegas, hojeen La poeta y el asesino. Les bastarán seis páginas, las del prólogo del propio Simon Worrall, para decidirse. Resulta que en abril de 1997 Sotheby’s subastó un poema inédito de Emily Dickinson. Una joya oculta de una diosa. Cuatro meses más tarde se reveló que el comprador había pagado 21.000 dólares por una falsificación. Papel de época, caligrafía exacta y, lo mejor, un espléndido poema digno de la gran dama de Massachusetts. Worrall, periodista aventurero que ha escrito, y muy bien, de casi todo, se puso tras la pista y dio con un nombre: Mark Hoffmann, un profesional de la falsificación, un mormón desencantado que afiló las armas del engaño pergeñando textos contra su antigua iglesia. Pero también un asesino. Si esta sinopsis no les ha convencido, no se preocupen. No hay por qué leer en vacaciones.

Eugenio Fuentes