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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

El falsificador de «tía Emily» Dickinson

Simon Worral explora el delgado filo que separa arte y artificio en su nueva obra.

Sus versos breves, a veces ásperos, a veces de una exquisita ternura y siempre de una emotividad y sinceridad extremas, han convertido a Emily Dickinson en la poeta por antonomasia de Estados Unidos. Sus poemas, sus «gritos del corazón», son una referencia poética ineludible no solo en su país. Ella y Walt Whitman son los dos poetas americanos de mayor envergadura. Emily escribió cientos de poemas, sin fecha, sin título la mayoría, y su vida fue extraña, solitaria y enigmática. Pero ella, «la poeta», la gran Emily comparte título con «el asesino», auténtico protagonista de este libro, Mark Hofmann, considerado por muchos como el mejor falsificador de todos los tiempos y también asesino de dos personas que paga sus delitos en una cárcel de Utah.

El hecho crucial de la biografía de Hofmann es haber nacido en una comunidad mormona cuyas duras normas se vio obligado a seguir aun sabiendo que sus fundamentos eran una invención de su líder, Joseph Smith. Allí aprendió que todo el mundo miente y él no podía contarlo, nadie le hubiera creído, pero podía hacer algo mejor: crear documentos falsos que demostraran las supercherías de Smith y además venderlos muy caros; de hecho, su obsesión por el dinero era enorme y, además, cuanto más se valorara económicamente uno de sus «trabajos», más satisfacción personal sentía sobre su astucia y su capacidad para burlarse del prójimo, especialmente si eran eruditos o expertos en sus respectivas materias.

Hofmann comenzó a comercializar documentos de gran envergadura, como «El juramento del ciudadano», el primer texto impreso en América. En total simuló la letra de 129 figuras históricas, como Abraham Lincoln, George Washington, Mark Twain o Walt Whitman. Todo lo que hacía era vendido o subastado tras haber sido estudiado por los más prestigiosos expertos que ratificaban su autenticidad. La famosa casa de subastas Sotheby’s, que en la investigación de Worrall queda bastante mal parada, garantizó muchas de sus falsificaciones. Como suele suceder con los grandes delincuentes, Hofmann tenía una curiosa debilidad: coleccionaba libros infantiles antiguos, poseía auténticas joyas, una afición cara que le llevaba a necesitar dinero en abundancia y «trabajar» a menudo.

La sombra del estafador

No hay duda de que Simon Worrall ha elegido para esta obra a un personaje asombroso, sobre el que la misma BBC hizo un documental. Su investigación es exhaustiva y alcanza también a la vida de Emily Dickinson, que a pesar de su conocido ocultamiento en vida resulta aquí cercana y entrañable, como la luz frente a la amplia y desorbitada sombra del estafador y asesino.

La gran osadía de Hofmann respecto a Dickinson fue que no se limitó a recrear uno de sus poemas: creó uno de ocho líneas tan bueno que recibió la aprobación de los expertos en la autora. Explicó que la eligió porque su «material autógrafo» es de los más valiosos y porque era un reto. Incluso se atrevió a incorporar las palabras «Tía Emily» en una esquina para dar mayor veracidad al poema.

sobre el autor

Emblemático narrador nacido en Madrid, adscrito a un realismo social no exento de intimismo psicológico y acertados matices éticos

ideal para…

recorrer las emotivas vivencias y conocer los interesantes postulados estéticos del escritor, narrado con singular intensidad reflexiva

un defecto

Ninguno en este ejemplar libro de recuerdos

una virtud

La incisiva meditación sobre el paso del tiempo, el protagonismo del olvido y la permanencia de la literatura

SAGRARIO FDEZ. PRIETO