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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

El fantasma de la Ópera

Erik, el protagonista de este relato, vive en los sótanos de la Ópera de París entregado a la música.

El fantasma de la Ópera ya no vive en los subterráneos del templo parisino de la música sino en los teatros más importantes del mundo en los que se sigue representando el musical basado en su historia. Antes había cobrado vida en películas, que algunos vimos con asombro de niño, y ahora es una novela gráfica la que adapta el texto clásico de Gaston Leroux. Todas estas versiones demuestran que la actualización romántica del mito de la Bella y la Bestia sigue vigente en nuestra época. Seguimos sintiendo fascinación por un criminal sensible a la música y capaz de dejarse seducir por la hermosura de una joven artista. Parece mentira que en el siglo XXI, después de que se nos haya mostrado el horror y la maldad sin máscaras, sigamos creyendo que el amor pueda redimir al monstruo. Afortunadamente, no hemos perdido la esperanza.

Erik, el protagonista de este relato, vive en los sótanos de la Ópera de París entregado a la música hasta que conoce a Ingrid Daae de la que se enamora y, ejerciendo de Pigmalión, quiere convertir en una gran artista. El joven Pierre Chany también sucumbe a los encantos de Ingrid y al enterarse de que vive sojuzgada por el fantasma intenta liberarla. Esta es resumida la anécdota. Lo importante es cómo, en esta ocasión, Gaultier ha logrado poner en imágenes este texto. Lo hace con brillantez, consiguiendo crear una atmósfera claustrofóbica en la que viven prisioneros los protagonistas, gracias al uso de las amenazantes sombras y los destellos de luz que se abren paso en este ambiente opresivo. El dibujo expresionista nos transmite la angustia que experimentan los personajes y el guion, bien estructurado, mantiene la tensión que va en aumento hasta el desenlace.

(J.G.M.C.)