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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

El valor de contar

Gustavo Martín Garzo acaba de publicar en Impedimenta 'La puerta de los pájaros', que ha ilustrado Pablo Auladell.

La literatura fantástica y mitológica ha quedado fatalmente relegada al lector infantil y juvenil, lejos del adulto por culpa de un «exceso de racionalidad», ha reflexionado hoy el narrador Gustavo Martín Garzo, que acaba de publicar La puerta de los pájaros, una novela «sobre el fin de la infancia».

No obstante, Martín Garzo se ha empeñado en transitar por un género al que vuelve «una y otra vez», que no puede abandonar, ha explicado en una entrevista con Efe horas antes de presentar su último libro en Valladolid, la ciudad en que nació, donde reside y ha fraguado toda su obra. «Es una literatura que habita el territorio de lo maravilloso, donde surge el prodigio, el asombro ante las cosas y al que nuestro tiempo ha dado un poco la espalda. El hombre occidental y urbano se ha separado del mito. Ahora vive anclado en un mundo excesivamente racional donde estas historias tiene poca cabida», ha lamentado. Consciente pero audaz, no teme el encasillamiento quien también ha frecuentado, con igual notoriedad, la novela de memorias, el ensayo evocador y los apuntes intimistas en una treintena de libros.

La puerta de los pájaros (Impedimenta) es una novela «sobre el fin de la infancia» con el unicornio y una princesa como protagonistas de un relato apto para todos los públicos, niños y mayores, «porque lo importante es la mirada sobre las cosas y la realidad», al margen de la edad, ha matizado. En un momento determinado, el ser humano «inicia el camino de la madurez: la vida nos dice que la infancia se ha acabado, pero esta nueva senda no estará completa si no se escucha la voz del niño que uno fue», ha agregado acerca del significado de esta novela que ha ilustrado, «con aire medieval pero también picassiano y moderno», Pablo Auladell en «adecuada conjunción» con la intención del texto.

La figura de Rainer María Rilke sobrevuela toda la narración «si tenemos en cuenta, como él dijo, que la infancia es la verdadera patria de todo ser humano, de la que se siente exiliado y a la que anhela regresar una y otra vez», precisó.

Por Roberto Jiménez.