Se cumplen cien años del intento de Shackleton de atravesar la Antártida a pie y gracias a la Editorial Impedimenta podemos rescatar un pedacito de la historia convertida en una obra ilustrada sin igual.
Atractiva, ágil, didáctica, de extrema belleza visual y de una prosa cuidada… ¿qué más podemos pedir?
De lo primero que me enamoré de El viaje de Shackleton fue de su presentación, donde los protagonistas principales y secundarios aparecen nombrados, dibujados resaltando sus caracteres formando un marco ideal para adentrarse en un viaje sin igual.
Pocas páginas después nos muestran como es el Endurance, la embarcación, y todas aquellas provisiones y suministros que llevaban para subsistir en la travesía.
Os animo que de la mano de su autor, William Grill, levemos anclas y nos embarquemos en Inglaterra hacia Georgia del Sur en un mar de turbulencias, noches placidas y días de tormenta.
Con un mapa y una ruta ilustrada de manera muy clara, sencilla y brillante nos llevan al mar de las placas de hielo y de ahí a la aventura.
Cambios de planes, rabia, nervios, hundimientos físicos y de sueños, la soledad, el aislamiento, la oscuridad serán compañeras de nuestros expedicionarios.
Es una obra imprescindible y didáctica que nos recuerda la tenacidad del aventurero, sus finalidades y motivaciones a la vez que las causas y consecuencias de la travesía y todo lo que ésta cambió nuestro mundo.
Bañado en tonos fríos nos sumerge directamente a las aguas gélidas y nos invita a despertar nuestra curiosidad por un personaje tan real y a la vez tan extraordinario, osado y soñador.