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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Mircea Cărtărescu: el virtuoso de los sueños

La editorial Impedimenta comienza a publicar la que se considera la obra maestra del escritor rumano. La primera parte de su Cegador sienta las bases de una crónica que se advierte descomunal, en la que Mircea Cărtărescu despliega todos sus recursos narrativos logrando una historia tan asombrosa como hechizante.

No voy a descubrir a estas alturas el genio literario de Mircea Cărtărescu a los amantes de la buena literatura. Sería un inaceptable acto de soberbia por mi parte, pues la exitosa carrera de este escritor rumano le precede en todo el mundo. Pero a quienes aún no lo han leído, bien por desconocimiento o pereza, baste decir que se trata de uno de los grandes magos de la narrativa contemporánea; uno de esos escritores de quien es imprescindible leer algo antes de morir, sobre todo por la singularidad de su estilo, el virtuosismo en el manejo de las palabras, con las que es capaz de componer fabulosas sinfonías literarias, y un ingenio desbocado que impulsa unos relatos cuajados de universos tan personales como asombrosos.

Leer a Mircea Cărtărescu es firmar un pacto con el diablo, pues aun exigiendo un esfuerzo arduo de comprensión por la intrincada urdimbre en la que teje su prosa, condimentada de erudición implacable y cocinada a fuego lento, sus obras te poseen y, sin saber muy bien la razón mientras se disfrutan, acaban por subyugar todos los mecanismos de la voluntad hasta que la última página cae ruidosamente poniendo fin a la experiencia. O no, pues entonces uno se para a pensar y no sabe muy bien quien a leído a quien; quien ha sido el dueño de ese tiempo dedicado a la lectura; pues en ese preciso momento de acabar el libro, caigo en la cuenta de que aún soy rehén de su embrujo.

El escritor rumano se nutre de su propia experiencia, pero en vez de narrarla al natural como lo hacen ahora tantos otros la muestra envuelta en las brumas de su peculiar interpretación, convirtiendo así la realidad en una suerte de ficción distorsionada una y otra vez, hasta lograr alejarla de sí mismo y situarla en un plano numinoso en el que los contornos de lo tangible se confunden entre las brumas de lo imaginado. Pocos escritores son capaces de mostrar con esa fidelidad lo que se cuece en su cerebro. Insisto en que para el no iniciado la obra de Mircea Cărtărescu puede resultar un ejercicio de riesgo, pero merece la pena dejarse seducir por su discurso.

Tras el prodigio técnico de El Levante, sus novelas cortas El Ruletista o REM, y el gran éxito que le granjeó Solenoide, su última obra, llega ahora a España la que muchos consideran su obra maestra, Cegador, que aparecerá en tres entregas, la primera de las cuales, El ala izquierda, ya ha visto la luz. Habrá que esperar un par de años para que la trilogía se complete, pero ya se puede disfrutar de este fabuloso despliegue de ingenio.

Las tres partes de Cegador se corresponden con las de una mariposa, las dos alas y el cuerpo, y atienden a una reflexión sobre la simetría, expresada en muchos pasajes de esta primera entrega, pero sobre todo en la propia fisonomía del protagonista, llamado como el propio autor, que presenta sin embargo un rostro asimétrico: «Un joven franco y voluntarioso, de rasgos casi bellos» el izquierdo; en el derecho «su ojo estaba casi muerto y la boca era trágica». Así que, por asociación, pienso que leeré la belleza en esta parte. Pero no hay nada bello en ese paisaje delirante que envuelve un relato polifónico en el que Mircea ejerce de maestro de ceremonias, enclaustrado en una habitación desde cuyo ventanal contempla en permanente vigilia la transformación de Bucarest mientras los recuerdos ofician el ritual de lo que bien podría ser la metamorfosis de su cuerpo. La memoria, apresada por la ensoñación, es el hilo conductor de un relato que repasa el elemento esencial de la narrativa de Mircea Cărtărescu: Rumanía.

En un constante tránsito entre paisajes aparentemente reales y manifiestamente oníricos, entre el ayer y un hoy difuso, a lo largo del cual se van erigiendo las historias que nutren un relato que da cuenta del curso de la Historia, desde un tiempo remoto y mítico hasta un presente marcado por la reconstrucción de un país herido por una versión delirante del comunismo. El escritor rumano rinde así su personal cuenta con su espacio vital, universalizándolo mediante el empleo de las palabras precisas y una narración laberíntica aunque hechizante. No hay forma de escapar de ese sueño al que Mircea Cărtărescu invita al lector ávido de respuestas.

Antonio J. Ubero