El Lejano Oeste es un espacio mítico, con un poder de evocación que va mucho más allá del proceso de expansión de Estados Unidos hasta convertirse en la gran potencia que es en la actualidad.
El ‘Far West’ es, también, territorio de la infancia, juegos de indios y vaqueros; películas memorables y la oportunidad de reflexionar sobre el precio del desarrollo, de la convivencia entre culturas, del respeto al otro… En su historia se entremezclan personajes históricos con seres míticos y otros que se transformaron en leyenda. Ernest Thompson Seton (1860, Durham; Inglaterra – 1946, Nuevo México) puede figurar en cualquiera de las tres categorías. Famoso cazador e intenso observador de la naturaleza que participó activamente en la creación del movimiento scout y que, con libros como Animales salvajes que he conocido (1898; del que existen diferentes ediciones en España) se le considera uno de los padres intelectuales del conservacionismo actual.
William Grill (1990, Reino Unido) se inspira en una de las historias que narra Seton para Los Lobos de Currumpaw. Es el relato de la odisea de una manada de lobos en el valle homónimo de Nuevo México y el trabajo de Seton para cazarlos. Una aventura hasta un punto quijotesca, toda vez que como Alonso Quijano, el viaje que inicia termina transformándolo profundamente.
No sé si Grill construye un relato ilustrado o un cómic con unos modos narrativos más próximos al XIX que a la actualidad. Tampoco me importa la definición porque el resultado, que es lo sustancial, me fascina. Es imposible no emocionarse con este relato donde los lobos se convierten en personajes, pero no como en una fábula, ya que nunca pierden su identidad animal.
Con un estilo sencillo y una gráfica determinada por los lápices de colores utilizados, Grill aprovecha todo el poder expresivo y narrativo de una imagen. Basta una doble página con el dibujo de una ciudad y la manada de lobos cruzando por ella para contar el enfrentamiento entre dos mundos que supuso la Conquista del Oeste. O el cuadrante negro que, en la página 46, refleja una muerte y tremendo dolor. Son solo dos ejemplos de un libro hermoso, un libro para leer deleitándose y releerlo.
FERNANDO DEL BUSTO