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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

En Bucarest cabe todo el Universo

Mi primera reseña de 2018 es la de obra literaria cuya lectura más satisfacciones me ha deparado a lo largo del pasado año. No diga nada original, ni soy el primero en expresarlo. En unas fechas donde menudean las listas con los mejores, los imprescindi…

Mi primera reseña de 2018 es la de obra literaria cuya lectura más satisfacciones me ha deparado a lo largo del pasado año. No diga nada original, ni soy el primero en expresarlo. En unas fechas donde menudean las listas con los mejores, los imprescindibles del año, a juicio de los críticos de los medios escritos o digitales, el título de esta novela se repite una y otra vez. De hecho estoy convencido de que aquellos que la omiten, lo hacen simplemente porque aún no han tenido oportunidad de leerla. Me cuesta creer que un lector sensible y educado sea incapaz de apreciarla en su justo valor. Alguien cuyo criterio respeto muchísimo, Andrés Ibañez, la definió, al reseñarla en ABC, como “una aventura del espíritu”, una definición que además de parecerme excelente, diría que resume inmejorablemente la máxima aspiración de una obra creada por la imaginación humana.

Solenoide es la historia de su propio autor, sin duda, el novelista rumano que ha alcanzado un mayor renombre internacional, candidato al Nobel, reconocido como uno de los grandes escritores de Europa. O no: para ser exactos, es su historia en un mundo paralelo en el que, cuando era un joven apasionadamente poseído por su vocación literaria, vio cómo su primera obra importante era despreciada y rechazada cuando intenta presentarla en un cenáculo intelectual de la capital rumana. Así que, despechado, olvidando sus aspiraciones, se ve obligado a vegetar como profesor en un ruinoso y grisáceo colegio de la ruinosa y grisácea Rumanía de los ochenta, bajo la dictadura de Ceaucescu, uno de los más viles tiranos de la región.

Eso permite al novelista realizar una implacable descripción de su país y de la época, empezando con esos dos formidables personajes que son los progenitores del protagonista hasta llegar al degradado submundo de la escuela en la que imparte sus clases, con una amplísima galería de secundarios despreciables o lastimosos. Como novela realista, como relato de la formación en un tiempo ominoso y ruin, Solenoide ya podría considerarse como una obra más que notable. Sin embargo, la fracción realista de la novela es solo el cimiento, la base, sobre la que se asienta una de las construcciones imaginativas más abrumadoras, vertiginosas y exquisitas que he encontrado en una obra literaria, y que compararía fácilmente –sin tener nada en común, más allá de combinar una visión arrebatadora y un lenguaje riquísimo, porque si por algo destaca Solenoide es por su originalidad- con los mejores relatos fantásticos de Borges o Kafka, El arco iris de la gravedad o Contraluz de Thomas Pynchon, Ada o el ardor de Nabokov o, ya desvariando un poco con el name-dropping, La reina de las hadas de Edmund Spencer o Promethea de Alan Moore y J. H. Williams III.

Porque el protagonista de Solenoide, ese aspirante a gran poeta reducido a un individuo anónimo, solitario, que parece haber fracasado en todo lo que era fundamental en su vida, incluyendo el amor –y por eso se refugia en una taciturna relación con una de sus compañeras de trabajo- descubre que, bajo la fachada rutinaria y melancólica de Bucarest, hay todo un universo secreto. Primero a través de sus sueños, después gracias a ciertas lecturas, al hallazgo de ciertos lugares digamos “misteriosos”, halla un espacio de increíble amplitud poblado de arquitecturas inexplicables, insectos monstruosos, enigmáticas sectas y personajes que oscilan entre lo genial y lo disparatado. Un espacio en el que tal vez pueda encontrar una vía de salvación destinada únicamente para él.

No voy a contar nada más del argumento de esta asombrosa obra maestra de más de ochocientas páginas. Es una reseña muy breve de una novela muy larga, pero creo que he expresado con claridad mi opinión, y ahora sólo espero tener tiempo a lo largo de este nuevo año para releerla con calma y, sin duda, con el mismo placer. Cito unas frases que acabo de leer en el blog de David Pérez Vega: “Creo que Solenoide es un libro trascendente y que va a figurar en el canon de las grandes novelas. Dentro de veinte años, se hablará de ella como hoy se puede hablar, por ejemplo, de Los detectives salvajes de Roberto Bolaño”. No puedo estar más de acuerdo. La última línea pertenece a la maravillosa traducción Marian Ochoa de Eribe, que tendrá para siempre el agradecimiento de todos los lectores de Mircea Cărtărescu.