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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

En buena compañía

«Cuentos de Hadas de Angela Carter» y Neil Jordan están editados por Impedimenta y Cátedra respectivamente.

Se suele acusar a la universidad española de no ser la cuna del conocimiento y la reflexión que debiera ser. Esto quizá sea verdad en parte, pero no quita que yo tenga un gran recuerdo de muchos de los profesores de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alicante por cuyas manos pasé… y me gustaría que estas líneas sirvieran de homenaje, humilde pero sincero, a su labor. Además de Juan A. Ríos, que mencioné hace poco al hilo de su edición de El pisito de Azcona, este es también el caso de Miguel Ángel Lozano y Ángel Luis Prieto de Paula (este último vecino de Villena, como sabrán), que reavivaron mi interés por algunos de nuestros escritores del Renacimiento o la Generación del 98; o de José Carlos Rovira y Carmen Alemany, que me fascinaron con su visión de la literatura hispanoamericana, un descubrimiento para mí por aquel entonces. También me acerqué a la literatura en inglés de la mano de Brian Hughes y Kevin Power, dos profesores foráneos que lamentablemente fallecieron en lo que llevamos del presente siglo.

Entre los docentes de Filología Inglesa también recuerdo con bastante cariño a un español, Francisco José Torres, con quien tuvimos que leer el Retrato del artista adolescente de James Joyce (que todavía hoy me acompaña como una de mis novelas favoritas) y que me descubrió el teatro de Eugène Ionesco (que escribía en francés, supongo que llegaríamos a él vía Beckett), de quien nos proyectó un documental en una gastada cinta VHS de la que tuve la osadía de solicitarle una copia que finalmente me facilitó con diligencia y creo que un punto de estupefacción. Pero al margen de estos hallazgos, quizá la mayor revelación que tuve en sus clases fue la de Angela Carter: su libro de relatos The Bloody Chamber estaba en el programa imagino que como ejemplo de la literatura postmoderna del siglo XX. Tengo que confesar, y espero que los títulos universitarios no sean como los delitos y no prescriban, que con algunas de las lecturas obligatorias hice trampa y las leí traducidas al español, como Frankenstein o Drácula… y pobre del que intentara leer por vez primera a Joyce en su idioma original. Pero entonces no encontré un ejemplar del libro de Carter, publicado aquí por Minotauro como La cámara sangrienta, y tuve que leerlo como se suponía que teníamos que leerlo todo: en inglés. Pese a la dificultad, la fuerza de la prosa de la británica traspasó toda frontera idiomática y quedé encandilado por su versión de algunos cuentos populares, muchos de ellos reescritos en clave feminista… Adjetivo este que no estaba muy de moda entonces, a finales de los noventa, y mucho menos en 1979 cuando el libro vio la luz en Reino Unido. Su reinterpretación de los relatos tradicionales, a la que accedí mucho antes de conocer las aportaciones de Propp y Bettelheim, me ha acompañado siempre, y por tanto se harán cargo del entusiasmo con que acojo la publicación en nuestro país del volumen Cuentos de Hadas de Angela Carter, en el que la autora recopiló un gran número de historias de transmisión oral protagonizadas por mujeres; toda una celebración del universo femenino a lo largo del tiempo y un espacio literario donde no impera ni la dictadura del patriarcado ni la ley de lo políticamente correcto. Una joya magníficamente traducida por Consuelo Rubio Alcover y bellamente editada por Impedimenta.

Se me pasaba mencionar que aunque fue durante la carrera cuando accedí a la prosa de Angela Carter, ya conocía su nombre de los créditos de En compañía de lobos, película basada en algunos de sus cuentos, escrita por el director Neil Jordan y ella misma, y que la distribuidora vendió como una película de terror (premio al mejor film en el Festival de Sitges incluido). En realidad es una actualización del mito de Caperucita Roja en clave psicosexual, en verdad no muy alejada de la lectura freudiana que sugiere la versión de Perrault (anterior a la suavizada por los hermanos Grimm); una película que he revisitado ahora a la luz del estudio que Jordi Ardid y Marta Giráldez dedican al realizador irlandés dentro de la imprescindible colección Signo e Imagen / Cineastas de Cátedra. Un ensayo que, como la antología de cuentos a cargo de Angela Carter, les recomiendo fervientemente: ambos son libros en cuya compañía podrán acercarse a la obra de sendos creadores desde una perspectiva mucho más rica y provechosa.