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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

En busca de una feliz e improbable Virginia Woolf

Pocos escritores acaparan la atención del público como lo ha hecho desde su muerte, hace ya más de 70 años, la gran Virginia Woolf.

Escritora, ensayista, cuentista, editora, activista feminista… Woolf es una de las más destacadas firmas del modernismo literario del siglo XX, sin ella no se entiende la novela contemporánea europea. Pero no es sólo su obra la que llama la atención a día de hoy. Es su vida, su atormentada vida, la que despierta gran curiosidad entre seguidores y lectores. Por eso que la editorial Impedimenta haya sacado a la luz un cómic en el que narra la vida de la escritora británica supone una más que feliz noticia. Además, con Virginia Woolf Impedimenta inaugura El ChicoAmarillo, una colección de novela gráfica que promete nuevos y atractivos títulos.
La primera biografía en cómic de Woolf la firman Michèle Gazier y Bernard Ciccolini. Escritora y dibujante narran la corta vida de Virginia, desde su más tierna y feliz infancia hasta el trágico final, con su abrigo cargado de piedras, en las frías aguas del río Ouse. Un suicidio que, a juicio de los autores, ha «teñido el resto de su existencia de oscuridad y desesperación».
En el prefacio del libro (90 páginas a todo color, 19,80 euros) Gazier indica que contar en cómic la vida de una escritora a la que admiran fue «un desafío» al que se lanzaron «con pasión». Un reto que afrontaron con la idea de mostrar a una Virginia Woolf mucho más vitalista y colorista que la que suponemos, que la gris, triste y demente mujer que está instalada en el imaginario colectivo. Si bien, es cierto que el dolor formó parte del día a día de la escritora nacida como Adeline Virginia Stephen en Londres, un 25 de enero de 1882, y que se sumergió para siempre en el río Ouse, en Lewes, Sussex, un 28 de marzo de 1941. Presa de la enfermedad que hoy conocemos como trastorno bipolar, cansada de vivir pendiente de unas voces que la atormentan, de sufrir crisis, de caer en la depresión, de someterse a unos tratamientos que la dejan sin fuerzas para escribir…
«El verse sacudida demasiado pronto por la pérdida de su madre, el que su juventud estuviese jalonada por la muerte de familiares cercanos –su hermana, su hermano, su padre– sin duda forma parte de esa tristeza depresiva que se adivina en los retratos y las fotografías en los que aparece representada. Por supuesto, su diario muestra huellas de ese dolor, de ese malestar que la asaltaba a menudo».
Pero, razona Michèle Gazier en el prefacio de la biografía de Virginia Woolf, «¿es esa razón para olvidar a la muchacha glotona y feliz de los veranos en Saint Ives? ¿Hay que dejar de lado a la joven de lengua afilada que en unas pocas palabras trazaba un retrato humorístico y cáustico de sus contemporáneos? ¿Hay que dejar en la sombra su trayectoria como militante feminista, bajo pretexto de que una mañana gris de la primavera de 1941, en lo más negro de la guerra, llenara sus bolsillos de piedras y se adentrara en el agua del río Ouse hasta hundirse?».
Ni mucho menos.
Releyendo sus novelas, sus ensayos, su correspondencia, su diario, Gazier y Ciccolini descubren a otra Virginia, con «un impulso vital» que otros se empeñan en anular. Como el esposo de la autora de Orlando o La señora Dalloway, Leonard Woolf, o el sobrino y biógrafo Quentin Bell. Este último, dice Gazier, «posa sobre los Woolf una mirada de entomólogo y se esfuerza por demostrar el valor con que Leonard sostenía a duras penas a su genial, aunque demasiado depresiva, esposa».
Y entiende Michèle Gazier, profesora de español y traductora al francés de obras de escritores como Manuel Vázquez Montalbán, Juan Marsé o Francisco Umbral, que no se trataba de tomar partido, sino de «mostrar en palabras e imágenes el camino de una escritora entre la realidad y el deseo, entre las palabras y el dolor, en busca de verdades inasequibles y de una improbable felicidad».
Y ello gracias a la destreza de la mano de Bernard Ciccolini (París, 1953), que ha trabajado como dibujante de cómic, director de arte y editor. Entre sus numerosos trabajos destacan las ilustraciones de la colección de libros infantiles de Zouzou, y otros como On est les Champios. Además, Ciccolini es coautor de la reciente edición del clásico Cyrano de Bergerac, publicado en 2007.

Tinta, papel e intelectualidad

Unas delicadas y coloristas acuarelas, libres de texto, dan inicio al libro Virginia Woolf de Impedimenta. Evocan los paisajes queridos por la escritora, la falda de su madre, el mar, la tinta y el papel… para luego adentrar al lector en la infancia de la pequeña Virginia Stephen, donde reina la alegría familiar en medio del verano, lejos de Londres, en St. Ives. Y donde ya se adivina una joven que se rebela ante los convencionalismos sociales, que defiende su espacio como mujer en un entorno machista. Por eso, Londres, la casa de Hyde Park Gate, resulta mucho más opresivo para Virginia. Mientras los varones de la familia van a la escuela, Virginia y sus hermanas han de quedarse en casa. En realidad, Virginia nunca fue a la escuela.
Y ahí, en esa casa, en ese ambiente, comienza la joven Virginia a experimentar los sinsabores de la vida, la muerte de la madre, la tristeza del padre, los abusos del hermano, la temprana muerte de la hermana, la tiranía del padre, la decadencia económica, la opresión… Y así, con sólo 22 años, recién muerto el padre, Virginia se siente triste, melancólica, sola, unas sensaciones que mitiga la mudanza al barrio de Bloomsbury, donde la escritora liderará, más tarde, uno de los grupos intelectuales más brillantes de principios del siglo XX. «Leer y escribir es toda mi vida», y de esa mente surgieron luego obras maestras al alcance de todos hoy. Y es que, como al final de su edición resalta Impedimenta, la mejor manera de conocer a la escritora es acercándose a su obra, a títulos como Fin de viaje, Noche y día, El cuarto de Jacob,El lector común, La señora Dalloway, Al faro, Orlando, Una habitación propia,Las olas, Flush, Los años, Tres guineas, Roger Fry, Entre actos, La muerte de la polilla, Relatos completos…
Unos textos que nos trasladan al particular mundo que creó la escritora británica, los que dieron sentido a su vida, los que la mantuvieron en pie y la sacaron de la realidad que la hacía sufrir durante un tiempo, menos del que hubiésemos querido.