cabecera 1080x140

Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Enrevista a Sergi Puertas por «Estabulario»

Los seis relatos que componen el volumen editado por Impedimenta, con sus historias convulsas y ácidas, dejan más preguntas que respuestas. Por eso visitamos a Sergi Puertas, autor de este artefacto en forma de narraciones breves que intenta remover nuestra conciencia, y le pedimos que nos ofrezca claves de composición e interpretación de un libro ciertamente distinto.

He disfrutado mucho Estabulario, y leyendo los sucesivos relatos he creído encontrar un plan común a la hora de realizarlos. Me gustan las colecciones de cuentos que dan sensación de unidad o conjunto meditado, de manera que me ha alegrado comprobar que no se trata de una de esas acumulaciones de historias cortas en las que cada una es distinta de la anterior. ¿Qué lleva a Sergi Puertas a escribir Estabulario? ¿Existió algún tipo de plan general en su creación?

Me fascina el mundo en el que vivimos. El coaching, las centrales nucleares, los robots de cocina, la telefonía, la televisión, el bombardeo publicitario. Casi todo lo que damos por sentado es demencia en acción, pero a fuerza de chapotear en anomalía hemos dejado de verlo. Quería capturar todo eso, asomarme a la anomalía desde fuera, y ese afuera puede ser el futuro, por qué no. Un futuro que lleva ya décadas siendo una engañifa y una estafa, porque en lo esencial no progresamos, estamos encallados. Aunque la tecnología avance nosotros seguimos al mando y somos la gente de las cavernas, y a partir de ahí sólo puedes avanzar en una dirección que es hacia la poza fecal. Escribí «Obesidad Mórbida Modular» intentando plasmar todo eso y me dio la impresión de que había dado con un punto de ataque guapo, de que ahí había un hilo del que merecía la pena seguir tirando. Vale, nadie ha inventado la sopa de ajo porque ahí está toda esa sci-fi tan poco galáctica que tanto me ha gustado siempre, pero ahí están también los explotados, los cobardes, los muertos de hambre, esos personajes tan españoles que vienen protagonizando mis libros desde el principio. En cierto modo el primer cuento no era más que un refrito muy loco de toda la mandanga que he mamado, pero la mayoría de refritos terminan sabiendo a rayos y a mí el mío me supo raro pero bien, así que escribí una segunda historia y ya antes de terminarla supe que iba a hacer un libro.

Me interesa mucho el tratamiento que se da en el volumen a nuestra relación con la tecnología, y cómo ella nos puede llegar a esclavizar. He leído Estabulario como una especie de distopía presente, tremendamente cercana a nuestro tiempo, como si se pensara que lo que tanto tememos ya estuviera prácticamente aquí. ¿Es la tecnología y su poder una de las grandes amenazas de nuestro tiempo? ¿Existe alguna forma de salvarnos de ese control?

Yo estoy a favor de la tecnología, la tecnología está muy bien. De quien ya no estoy tan a favor es de nosotros como especie, porque habría que ir reconociendo que se nos está dando regular. La tecnología se está convirtiendo en lo mismo que todo lo demás, en una trituradora orientada a exprimirte las energías, a sacarte los cuartos, y ya de paso a tenerte entretenidillo para que no te me rebotes. Y ojo que yo soy el primero que chupa tecnología por un tubo, y a ratos me la disfruto, pero a ratos noto cómo me vuelve más y más subnormal, cómo nos vuelve más y más subnormales a todos. Del barrizal en el que nos hemos metido sólo puede sacarnos la ética, sólo puede sacarnos la sensatez, pero son palabras que suenan antiguas y hasta un poco cómicas. Sencillamente no estamos por la labor, la compulsión nos puede. A nivel individual hay salvación si hay voluntad y hay coraje y hay autodisciplina, pero esas no son virtudes que abunden, así que como especie la cosa pinta mal.

Sergi Puertas trabaja muchos géneros, y podría decirse que además lo hace de manera muy diversa en cada uno de ellos. Después de haber desfilado por la poesía, novela, guión cinematográfico y ahora este muy buen grupo de relatos, ¿Tienes ganas de seguir buscando modos de expresión o prefieres abrazar un género concreto y continuar caminando por ahí a partir de este momento?

Siempre me ha gustado meterme en sitios raros, probar cosas nuevas, forzar la máquina y a ver si me funciona. Tienes más números de que te salga una ñorda y a mí me han salido algunas, pero conforme pasan los años cada vez tengo más claro que la Ñorda, así con mayúsculas, es casi siempre la mandanga más canónica, la más conservadora. La puta mierda que Hollywood y Disney han convertido en el estándar replicada millones de veces, con sus redenciones y sus finales felices y tal. Cada vez valoro más a los escritores que arriesgan aunque los resultados sean irregulares, así que me gusta pensar que seguiré probando cosas para no aburrirme.

Buena parte de Estabulario es la historia de individuos que tienen que enfrentarse solos a situaciones inauditas, tan grotescas como ridículas, y me ha interesado mucho el tratamiento que se realiza de la tensión entre el protagonista y su entorno. Para el autor, ¿la salvación se encuentra en la individualidad, la pareja o la fuerza colectiva?

Por lógica el primer paso sería la salvación a nivel individual, porque es como más manejable y si estás encajadito en la maquinola cómo vas a cambiar nada. Pero hasta qué punto te vale haberte salido del engranaje si estás solo. Un tío que hace limpieza mental y toma conciencia de qué sería lo correcto aquí y ahora, y empieza a cambiar los hábitos, a comportarse de manera ética. Y total para qué. Para ver cómo la maquinola los tritura y los cruncha a todos a su alrededor, para darse cuenta de que todos están locos y se comportan como unos auténticos hijos de puta. Ese tío termina medicándose seguro, o lo mismo agarra el cinturón y se te ahorca. Necesitamos a la novia, necesitamos a los amigos. Necesitamos gente que nos entienda, que piense como nosotros. Y también gente que no piense como nosotros pero que sea tan maja, que nos dé igual. Solos estamos muertos pero con la humanidad no se puede contar, porque la humanidad no da la talla. Mola tocarle los huevos a ver si espabila, pero que nadie se flipe y se cree demasiadas expectativas porque no hay más cera que la que arde.

Una de las cosas que más me han gustado de tu obra es que realmente se moja en problemas concretos de nuestra sociedad (choque de culturas, tecnología, terrorismo…), algo que no es tan fácil de encontrar en narrativa contemporánea. ¿Notas que gran parte de los «intelectuales» de nuestro país están demasiado callados ante lo que ocurre en la calle? ¿Ves una separación excesiva de la narrativa contemporánea con respecto al tiempo que vivimos?

Me da que ninguno estamos consiguiendo pillarle el pulso a nuestro tiempo, y es cierto que a veces es falta de compromiso, pero sobre todo es que es difícil, coño, es muy difícil. Estamos sobrepasados por la realidad, por su velocidad, no estamos acertando a plasmarla, a integrarla en nuestras historias. El bombardeo de noticias y mensajines y eslóganes e imágenes que irrumpen y nos interrumpen cada minuto de nuestras vidas. No sabemos qué hacer con todo eso, seguimos escribiendo como en el siglo pasado. Estabulario es un poco mi acercamiento al tema, pero un acercamiento muy esquinado que tira casi de subconsciente, porque yo tampoco tengo claro cómo manejar esa nueva realidad que nos machaca el cerebro constantemente, cómo ponerla por escrito.

Háblame de «Manos libres», uno de los relatos que más me han impactado. Los dos personajes femeninos son interesantísimos, así como el planteamiento de guerra abierta entre culturas que plantea. ¿Cuál es el origen de inspiración del relato? ¿Qué mensaje concreto se quiere hacer llegar al lector?

Siempre he sido de personajes, son casi lo único que me importa cuando me siento a escribir, y ahí me interesaban esas dos chonis que se pasan todo el santo día hablando por teléfono pero que no pueden salir de casa, que ni siquiera se conocen en persona. Ese fue el germen de la historia, y aflojé el cerebro y dejé que se colaran en ella las torres gemelas derrumbándose, los concursos de la tele, el yihadismo, la violencia de género, los refugiados y toda la mierda que nos bombardea cada santo día, pero todo remezclado de manera muy loca. El mensaje es el que te dije porque como digo a mí me interesan esas dos chonis, qué hacen, cómo se enfrentan a lo que les pasa. Allá cada cual con su interpretación, si achino los ojos se me ocurren mil y a ti se te ocurrirán mil más, y por mi parte fantástico. Entiendo que la moraleja tiene un público pero es que la moraleja lo ha emporcado todo, en todos lados te dan lecciones como si te faltara un hervor. Y eso sí que no, eso es lo peor que puede pasarte. Cuando leo, el desconcierto es una de mis sensaciones favoritas.

Un filósofo al que admiro, David Le Breton, habla de un concepto llamado blancura, para designar el deseo que ciertos individuos pueden sentir de desaparecer cuando la dificultad de ser uno mismo en una sociedad hipercontrolada y opresiva se hace angustiosa. Cuando leía no dejaba de ver que los sentimientos de tus personajes encajaban perfectamente en el modelo de Le Breton… ¿necesitamos desaparecer de la sociedad para llegar a ser nosotros mismos?

El agobio es hoy día monstruoso, y efectivamente creo que tenemos más ganas de desaparecer que nunca, la pregunta es cómo. El escapismo ofrece más canales que nunca, está el internet y está la tele y están los juegos de apilar frutitas, y ahí estamos todos ensimismándonos con nuestras mierditas mientras todo se derrumba a nuestro alrededor. Que viene a ser lo que hacen muchos de mis personajes. Y yo igual, ahí tecleando como un chiflado, porque al final la escritura también es escapismo, y al final todo se convierte en compulsión, en un rollo muy malsano, en una forma de anularse. Disfrutar no es lo nuestro, lo que nos gusta es obsesionarnos, nos encanta complicarnos la vida. Nos agobiaríamos en el paraíso, no vamos a agobiarnos aquí. Y ahí está todo el mundo medicándose y drogándose y apuntándose a terapias del rollito brujería, porque es que lo que nos venden como modelo no se puede aguantar. Puestos a desaparecer, lo suyo sería hacerlo como dios manda, llevándose el cuerpo por ahí, a algún pueblito del sudeste asiático por ejemplo. A algún rincón perdido donde la mierda no cubra, donde aún puedas leer y pescar. Pero tal vez sea demasiado tarde para eso, tal vez hayamos perdido la inocencia y no haya vuelta atrás. Esa es la explicación amable de por qué seguimos tolerando estos niveles de agobio cada santo día, pero yo creo más bien que es porque somos cobardes y acomodaticios, y eso tiene difícil solución.

Leer tu colección de relatos me traía resonancias de autores muy queridos por mí, pero ya se sabe que cada lector interpreta desde su experiencia. ¿Qué referentes literarios concretos manejaste cuando escribías Estabulario?

En el frente de la ciencia-ficción está Vonnegut y K. Dick, y Lem y Ballard, y poco más. Crecí leyendo a Asimov y a Heinlein y a Bradbury, y siempre le he tenido mucha simpatía al género, pero no tengo ni idea de qué se hace ahora. Otros de mis escritores favoritos son Kafka, Carver, Pessoa, Dostoyevski, Thomas Bernhard, Jim Thompson, Schopenhauer… En los últimos años me han interesado mucho Foster Wallace y Donald Barthelme y Donald Ray Pollock y yo qué sé, mil más, un cóctel muy loco y muy variopinto. Luego el libro me sale raro y tampoco me extraño, pero es que por otra parte toda esa peña tiene algo en común y es que son todos una panda de tarados. Yo como tarado creo dar la talla, lo puñetero ahí es canalizar la locura. Qué puedo decir, lo estoy intentando.

Seguimos con las admiraciones: ¿qué escritor/es contemporáneos recomendarías a nuestros lectores? Señala compañeros de profesión en activo a cuyos textos merece la pena acercarse.

Por supuesto tengo mis favoritos pero me veo en el deber de callármelo todo porque el escritor más brillante de mi quinta permanece inédito, y eso no puede ser. Ahí se han juntado muchas cosas, porque para empezar hablamos de una obra fragmentaria y por lo tanto no demasiado atractiva desde el punto de vista comercial. Luego está el tema de que a su autor se limitó a ir colgándola en el internet y a olvidarse de ella. Sucedió a finales de los 90, mucho antes de que aparecieran las redes sociales, y el hecho de que firmara como Purranki Sandongui supongo que tampoco ayudó. Entiendo que a priori todo esto puede sonar a gran tontería, pero hablamos de unos 700 folios, y si te sacudes de encima los prejuicios y te los lees, te das cuenta de que aquel chaval de veintitantos años estaba en estado de gracia, de que tenía una voz única y practicaba una de las escrituras más potentes que he leído jamás. No hay otra cosa así en el mundo. Parte de la mandanga sigue en el internet pero han pasado veinte años y ni un solo editor ha movido un dedo, me parece gravísimo. Purranki Sandongui, acuérdense.

¿Cuál es la próxima obra de Sergi Puertas? ¿Algún adelanto de su naturaleza o contenido?

Guardo en el cajón una novelita de ciencia-ficción muy del rollo Estabulario, veremos qué hago con ella. También es probable que me anime con otra tanda de cuentos, porque me parece el formato idóneo para experimentar y tengo anotadas en la libretita una serie de ideas que me vuelven y me revuelven, y digo yo que tarde o temprano habrá que vomitarlas.

RAFAEL RUIZ PLEGUEZUELOS