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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Entevista en Xataca

Qué piensan los nuevos editores del libro electrónico, el DRM y el futuro de la lectura.

En un mundo donde la copia puede realizarse a muy bajo coste o un coste marginal próximo a cero, la figura de la usurpación intelectual pierde sentido: si ofrecemos el fuego de nuestra vela para encender otra vela, no perdemos el fuego de nuestra vela sino que tenemos dos velas encendidas, la propia y la ajena, como ya dijo Thomas Jefferson.

Sin embargo, en el negocio editorial, que todos tengan velas encendidas sin pasar por caja supone un problema. La mayoría de los autores, tradicionalmente, nunca ha podido vivir de lo que escribe, pero sí lo hacen muchas editoriales. Y, para muchos, la desaparición de las editoriales significará la desaparición de los autores (o de libros calidad). Pero ¿esta lógica debe cumplirse exactamente así? ¿Hay modelos de negocio alternativos? ¿Qué opinan las nuevas editoriales más jóvenes?

Si no lo protejo, ¿de qué vivo?

Uno de los mantras más repetidos a raíz de la facilidad que supone copiar y distribuir digitalmente es: si nada protege mi obra y nadie paga por las copias que se descargan, ¿de qué vivo? Esta pregunta la suelen repetir con más énfasis las grandes editoriales.

Cambiar de modelo de negocio en una editorial grande resulta utópico en la mayoría de casos. Pero ¿y las editoriales emergentes? ¿Cómo ven el horizonte que se les plantea?

Enrique Redel, editor de la editorial independiente Impedimenta, sostiene que «la edición de libros es una actividad que implica mucho riesgo para los profesionales que trabajamos en ella, y que cuidar a la industria cultural es una inversión estratégica».

Para combatir la piratería, y que las editoriales y los autores puedan vivir de su trabajo, según Redel, debería asignarse un precio justo a cada libro.

Redel fundó Impedimenta en mayo de 2007 con otros dos socios, y su primer libro publicado era de Stendhal: La abadesa de Castro, aspirando a recuperar y redescubrir aquellas obras literarias esenciales para poder disfrutar de nuestro largo camino como lectores. 2010 fue el año de su consolidación: encadenaron tres títulos que, en total, superaron los 60.000 ejemplares vendidos.

Actualmente, Impedimenta es una de las editoriales más importantes de habla hispana, y el secreto de su éxito, a fin de sobrevivir frente a grandes editoriales, es una cuidada selección de títulos, un excelso mimo estético y la huida de los más simples criterios comerciales.

DRM sí, DRM no

El DRM parece un buen ejemplo de cómo la industria editorial intenta resistirse al cambio y que los lectores continúen pagando por copia, aunque la copia ya no tenga un coste importante: es decir, se otorga un coste artificial que genera escasez de copias, lo que perpetúa el modelo de negocio basado en la escasez de átomos. En un mundo de abundancia de bits, generar escasez artificialmente resulta difícilmente asumible por cada vez más consumidores.

En el caso del DRM, esa escasez artificial se origina protegiendo el archivo digital que contiene la obra literaria con una serie de reglas definidas por el autor o la editorial: número de dispositivos donde se puede descargar y/o leer el contenido, si es posible copiar o imprimir el contenido, indicación de si tiene caducidad, etc. Básicamente, al comprar un libro en formato digital sólo adquieres la licencia para su lectura con unas condiciones determinadas, pero no el libro en sí mismo, tal y como lo hacías al adquirir el libro en formato físico.

Miguel Ángel Serna Martín, editor de Dioptrías, pone especial énfasis en la inutilidad del DRM: «El DRM solo entorpece la relación del cliente con el producto que ha comprado. No sé cuál es el modelo a seguir (otro más de los muchos problemas que plantea el mercado del libro electrónico), pero desde luego que el DRM es el peor posible».

Serna Martín es licenciado en Filosofía y, en uno de sus artículos, resumió el secreto del éxito artístico y literario apelando a una entrevista que le realizaron a David Simon, el creador de la serie de televisión The Wire: «fuck the average viewer», es decir, que se joda el espectador medio.

Y fue bajo esta máximo sobre la cual se fundó Dioptrías, cuyo propósito es el de especializarse en la no-ficción literaria, con títulos como Sobre una montaña, de John d´Agatha, «acerca de los límites de la comunicación y de la naturaleza de los hechos y de su relación con la ficción», y La literatura como mentira, de Giorgio Manganelli, donde el autor italiano experimental defiende «el ámbito de lo literario como una esfera independiente de la realidad, con sus propias normas y principios».

Nuevos formatos

Las editoriales a las que hemos consultado parecen coincidir en que el libro electrónico no va a desbancar al libro tradicional, «al menos durante un buen tiempo todavía», matiza Serna Martín.

Enrique Redel, de Impedimenta, también es escéptico con el desarrollo del libro electrónico: «Lo dicen las cifras, las tendencias y el hecho de que el lector, a nivel global, está volviendo al papel tras un cierto espejismo de cambio de modelo que no era más que una especie de profecía autocumplida que se ha demostrado falsa».

Redel no cree demasiado en el DRM, pero sí en la concienciación de que los libros exigen un coste, y que debe perseguirse la piratería: «Las plataformas de freemium y suscripción en el mundo del libro se han mostrado completamente ineficientes. Por tanto, yo optaría, dando por hecho que la gente va a piratear, idear sistemas efectivos de protección antipirateo».

Desde Libros del KO, Álvaro Llorca no se atreve hacer pronósticos, pero admite que el papel continúa siendo un soporte indispensable:

Podemos hablar de las realidades con las que nos hemos encontrado en Libros del KO, teniendo en cuenta que hemos apostado desde nuestro primer título, hace casi cinco años, por versiones digitales asequibles y sin DRM. Y el número de ejemplares digitales que hemos vendido se ha mantenido bastante estable con el paso del tiempo. No ha habido un aumento llamativo en estos años, hasta el punto de que nuestra editorial sería inviable e insostenible si solo publicásemos libros digitales. El papel, para una editorial como la nuestra, sigue siendo indispensable.

Libros del K.O. es la única editorial española dedicada a publicar obras que pueden encuadrarse en el género difuso entre el periodismo y la literatura, también llamado «periodismo narrativo».

En sus tres lustros de vida, ha publicado obras de tanto de periodistas consagrados (Enric González) como de jóvenes promesas (Alberto Arce, Diego Fonseca, José Lobo, Mariangela Paone o Raquel Peláez)
Futuro

Dentro de una década, tal vez, los libros electrónicos sean idistinguible del papel (tinta electroforética insertada en el interior de la celulosa) o algo muy similar. Estamos ya dando algunos pasos hacia ese camino, como el papel electrónico enrollable. ¿Qué sucederá entonces?

Como ya pronosticó el economista Paul Krugman a propósito del futuro del libro electrónico: “Todo lo digitalizable será digitalizado, haciendo las obras cada vez más fáciles de copiar y más difíciles de vender”. Cuando todo eso llegue, continuar leyendo en papel tradicional quizá sea tan esnob o marginal como escuchar vinilos. Pero tambien es cierto que vaticinar lo que ocurrirá en lo tocante a un desarrollo tecnológico es siempre una tarea de riesgo.

«Estamos convencidos de que la necesidad de compartir historias está unida al ser humano y que esta necesidad resistirá el paso de los años. Algunas teorías interesantes afirman que, por las grandes transformaciones que nos está brindando internet, la palabra escrita irá perdiendo peso frente a la oral», explica Llorca. «Los editores debemos estar atentos y atrevernos a probar cosas nuevas, porque estoy seguro de que irán surgiendo cosas interesantes y que se superarán algunas de las carencias que todavía existen en el sistema editorial».

Redel se muestra más conservador: «Decía el otro día en The Observer el experto Simon Jenkins que los libros virtuales, igual que las relaciones virtuales y el sexo virtual, son mentira. Un simulacro». Con todo, se muestra pesimista con la lectura en general:

Creo que todo indica que los libros dejarán de gozar de un lugar preeminente en el consumo de entretenimiento, pero se mantendrán alto en lo que se refiere al consumo cultural. El libro como mero entretenimiento será desbancado por series, redes sociales y por internet, mucho más potentes a este nivel. Así que si el libro quiere seguir manteniéndose como una alternativa tendrá que hacerse más atractivo y dar lo que el resto de modalidades culturales no dan: profundidad, belleza, durabilidad y solidez.

Serna Martín parece el más tecno-optimista, aunque con reservas:

El futuro de la lectura es el que ha tenido siempre: seguirá siendo algo relativamente minoritario, pero con una masa crítica suficiente como para pervivir (…) Los libros electrónicos tienen aún que superar muchísimas barreras de diseño: puede que lo hagan en poco tiempo (no en vano, tienen una enorme reserva de conocimiento disponible que ha ido despejando durante milenios el libro en papel), pero les queda todavía un buen trecho para ser objetos tan funcionalmente perfectos como los libros de papel.

Sea como fuere, cada poco tiempo, quizás cinco o diez años, deberemos repensar cómo vamos a leer, en qué formato y cuál será el modelo de negocio detrás de él (o incluso si deberá existir). Tomar posiciones refractarias al cambio tecnológico durante períodos más prolongados será como ponerle puertas al campo.

Sergio Parra