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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Escritoras pioneras a la conquista de las Antípodas

Coinciden en las librerías dos clásicos de las Antípodas: «El tutor», que fue la primera novela impresa en Australia, escrita por una mujer, Anna Maria Bunn, aunque firmada en su día con seudónimo, y «Estudios de lo salvaje», una recopilación de cuentos de horror muy criticada por «afear» la realidad australiana.

La mirada femenina en la literatura tiene pocos referentes cuanto más atrás nos vamos en el tiempo y es por eso que tiene un valor excepcional la publicación de dos obras escritas por autoras australianas del siglo XIX que arrojan luz sobre la visión de género de la época en un país que estaba en construcción. Son dos aproximaciones a lo que suponía ser mujer en una Australia que inicia la etapa postcolonial, con la herencia cultural europea enfrentada cuando no ajena a la realidad aborigen del continente, y leídas juntas ofrecen un panorama fascinante de aquellos tiempos. Así, la novela de Anna Maria Bunn, que publica la editorial Tres hermanas, El tutor, bebe del estilo victoriano que copaba toda la ficción del momento y sólo presenta pinceladas de la localización australiana para cuestionar las maneras de hacer en el país, asilvestrado si no salvaje para los recién llegados de Europa que pretendían construir en la antigua colonia inglesa una nueva vida

El tutor se convirtió en la primera novela impresa en Australia, en la ciudad de Sidney, y aunque se publicó anónimamente con el pseudónimo «novelista de Australia», con el tiempo se descubrió que también fue la primera obra publicada por una mujer en el continente y se pudo reconstruir su historia. Bunn nació en Irlanda pero acabó viviendo con su padre, capitán de barco, en Sidney tras ser educada en un convento a la muerte de su madre con seis años de edad. En Australia se casó y enviudó joven, con 27 años, lo que le dejó deudas y tres hijos a su cargo. En ese contexto se habría visto volcada a la necesidad de escribir para ganar dinero, ya que desde adolescente se dedicó a la pintura, los bocetos y el mundo artístico. Se sospecha que publicó anónimamente la novela porque en la trama aparece un incesto y estaba mal visto en la época.

Por lo demás, la novela El tutor recoge una historia de amores tormentosos y está narrada con diferentes voces a partir del modelo de cartas cruzadas entre sus protagonistas, dos amigas que se ponen al día de sus vidas azarosas. Jessie es una huérfana enamorada del hombre que la tutela y que la ha criado, pero por un malentendido de su buena amiga Clara toma decisiones catastróficas. La vida burguesa de su clase social aparece retratada al detalle, con los chismorreos y la moral victoriana, las fiestas y las apariencias, así como el rechazo de la forma de vida autóctona del país, donde pretenden trasladar sus costumbres y estilo de vida. El libro viene prologado por Elizabeth Webby, de la Universidad de Sydney, que enmarca la obra en la tradición colonial.

La novela se publicó en 1838, cuando la autora contaba con unos 30 años, y tiene un contrapunto excelente en los Estudios de lo salvaje de Barbara Baynton, publicado por la editorial Impedimenta. Baynton tendría 20 años cuando se publicó El tutor, pero suponiendo que leyera la obra de su compatriota a buen seguro la vida pasaba por sus ojos de una manera muy distinta. Nacida en un pueblecito de Nueva Gales del Sur a 300 kilómetros de Sidney, la dura vida del campo marcó profundamente su imaginario hasta el punto de que cuando se trasladó a la capital y progresó socialmente tras un primer divorcio, serían las historias de la brutalidad del bush lo que alimentaría su obra de ficción. Estudios de lo salvaje vio la luz primero en una revista literaria, The Bulletin, en distintas fases, y sería finalmente en Londres donde se publicaría en formato de libro ya en 1902.

El Daily Mail recogería 20 años después la grandeza de la obra literaria de Baynton, incomprendida por sus patriotas durante décadas por considerar que afeaba la realidad australiana y recogía casos aislados, que no representaban el ideal de un nuevo país lleno de oportunidades. Ni siquiera los protagonistas de sus relatos, cargados de suspense cuando no de horror, se salvan del retrato crítico de la autora: hombres desalmados que maltratan animales y mujeres, racistas y violentos cuando no borrachos, pueblan las historias donde la aridez de Australia y los peligros de la vida al límite están por todas partes. En El instrumento elegido, es una violación la protagonista de la historia, y los abusos de un compañero que abandona a la protagonista cuando pierde su utilidad por un accidente centran la trama de La compañera de Squaeker. El posfacio de Pilar Adón, que también traduce los cuentos, da valiosas claves para descifrar el universo de Baynton, una autora que convirtió su mirada perpleja ante un escenario hostil en una experiencia que pocos como ella se atrevieron a retratar.

CAROL ÁLVAREZ