“Nos gustan los westerns. Quizá desde Meridiano de Sangre, de Cormac McCarthy, no habíamos encontrado uno que fuera tan al meollo de una época: la sensación física del desierto, la condición de extranjero de su protagonista, la creación de mitos y su instrumentalización”, cuentan.
“Hernán Díaz comparte con su protagonista esa condición de expatriado, de permanecer ajeno al lenguaje, y le da la vuelta a todas las convenciones del género para volver a hacernos disfrutar como vaqueros borrachos en día de paga”.