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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Retorciendo el «Kamasutra» con dos colores

Ximo Abadía es autor de algunas de las mejores novelas gráficas españolas actuales. Una promesa que se acaba de hacer realidad.

Que el Kamasutra no es la guarrería en la que el imaginario colectivo occidental se ha empeñado en reducirlo lo prueban, quizá, las palabras de su propio autor, Vatsiaiana. «Este texto no se debe usar meramente como instrumento para satisfacer los deseos», es su primera norma de lectura, que debería guiar a todo aquel que se adentra en sus explícitas páginas. Este religioso y escritor indio escribió (e ilustró) el libro entre los siglos III y VI mientras practicaba (por si había alguna duda) el celibato más prohibitivo.

El ilustrador Ximo Abadía es el último de los artistas que han reinterpretado el clásico Kamasutra. Editado por Impedimenta, su versión del libro sobre el sexo y sus alrededores más famoso de la historia, no se recrea en los aspectos más obscenos, sino que presenta un juego imaginativo y elegante.

«Ximo Abadía es autor de algunas de las mejores novelas gráficas españolas actuales. Una promesa que se acaba de hacer realidad». Esto no son palabras de algún editor zalamero, sino una reseña de Los Angeles Times sobre el autor. «Con este libro, busco una mirada más cotidiana e irónica. Gráficamente intento encontrar una línea más limpia, más icónica», cuenta el ilustrador sobre su trabajo. «En resumen, reírnos del sexo».

«Creo que el sexo ha cambiado mucho desde el primer kamasutra, como las relaciones esporádicas y de pareja. Y seguirá cambiando y evolucionando con el tiempo», cuenta Abadía vía mail desde Yogyaharta, en Indonesia. Ahora mismo se encuentra embarcado en un viaje a mochila por el sudesta asiático que le ha llevado por Camboya, Vietnam, Laos y Thailandia. «Pero no creo que el Kamasutra necesite una revisión. Es un libro clásico en la historia de la humanidad. Yo, simplemente, me he limitado a hacer mi versión personal», apunta.

«Realmente el Kamasutra no ha sido mi principal influencia», confiesa Abadía. «Conocía el libro y el contorsionismo de las figuras, pero no lo tengo en mi estantería. Me he influenciado más en el cine de Emir Kusturica, por ejemplo. Me gusta lo musical, lo cotidiano, lo circense y divertido de los escenarios que consigue».

«Creo que al final lo políticamente correcto se ha convertido en una fachada, hipocresía camuflada en formalismos, en tradición. Y más en un país como el nuestro. Aburre», cuenta Abadía, que en su versión del Kamasutra apuesta por un juego cromático entre pocos colores. «Igual para algunos sectores si se lo ilustramos de manera más sutil, más estético, les cueste menos digerir algo como el sexo. Aunque lo dudo».

«Creo que nuestra sociedad ha cambiado y que entendemos que el sexo se tiene que vivir con naturalidad y libertad. Como lo que es, un juego», explica. Sobre su estilo, ajeno prácticamente a elementos sexuales explícitos, apunta: «Creo que más que una reivindicación de la intelectualidad del sexo es una reivindicación de lo cotidiano. De las situaciones sencillas que nos encontramos día a día».

«Una persona conocedora de los verdaderos principios de este conocimiento, que preserva su dharma (virtud o mérito religioso), su artha (riqueza material) y su kama (placer sexual) y que tiene cuidado con las costumbres de las personas, seguramente obtendrá el control sobre sus sentidos», dice Vatsiaiana para explicar el objetivo final del Kamasutra. «Es decir, un hombre que no se vuelva esclavo de sus pasiones, obtendrá el éxito en todo lo que quiera hacer», concluye. Ahora ya sólo es cuestión de ponerlo en práctica. (Sin pasarse).

Por Jorge Morla