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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Jon Bil­bao tra­duce al cas­te­llano la hila­rante visión sobre la vida esco­lar del per­so­naje Nigel Molesworth

Aque­llos que, con­se­cuen­cia de nues­tra anglo­fi­lia galo­pante, esta­mos pre­dis­pues­tos a reci­bir incon­di­cio­nal­mente cual­quier crea­ción de humor pro­ce­dente de las islas bri­tá­ni­cas –cuanto más sal­va­je­mente deli­rante, mejor– , vamos a reci­bir como un nuevo héroe a Nigel Moles­worth.

Le cono­ce­re­mos en cuanto tome­mos en las manos ¡Abajo el cole­jio!, pri­mero de sus com­pen­dios de sabi­du­ría sobre la vida esco­lar y las espe­cies más des­ta­ca­das de su fauna. Ya ahí, en su por­tada, apa­rece retra­tado con su uni­forme de alumno del Cole­gio de San Cus­to­dio y cara de ser un tipo de estar para pocas monsergas.

Estu­dia lo justo pero escruta sin cle­men­cia. Lo que cual­quiera con dos dedos de frente haría si tam­bién estu­viera interno en San Cus­to­dio, ali­men­tado a base de una dieta que incluye “esto­fao de carroña, sal­chi­chas mis­te­rio­sas, té inbe­bi­ble y tos­ta­das cal­ci­na­das”, mien­tras se sabe que el direc­tor se ati­bo­rra a man­ja­res, y que a las 10.15 de la mañana (des­pués de haber orde­nado a algún chico “que le enseñe el culo y darse un gusto azo­tán­dolo”) se hace una “esca­pada al pub para jugar una par­ti­dita de biyar”. Aguan­tando solem­nes cere­mo­nias con fino dis­curso de pelo­teo incor­po­rado a la fami­lia del alumno con más posi­bles (pri­vi­le­giado, por supuesto, en la jerar­quía alum­nil san­cus­to­diana) o ese día a día de cla­ses con pro­fe­so­res que hace mucho tiempo que per­die­ron el inte­rés por su pro­fe­sión (y no nos quepa duda de que tam­bién el con­tacto con su siglo). Aun­que no todo es malo, tam­bién hay chi­cos ‘nobles y balien­tes’ entres los ‘enpo­llo­nes, habu­so­nes, bar­bi­lin­dos, gor­dos y palur­dos con los que no queda más reme­dio que tra­tar’, sin olvi­dar entre ese reper­to­rio de detes­ta­bles a molesworth-2 (her­mano menor de Nigel).

Ya desde el mismo prin­ci­pio (diríase que con furiosa resig­na­ción) lo advierte: ‘el cole­gio es un balle de lágri­mas’, pro­ce­diendo a con­ti­nua­ción a des­cri­bir­nos qué lo hace ser tal y a pro­por­cio­nar toda una serie de útiles con­se­jos para desen­vol­ver­nos en los esce­na­rios y situa­cio­nes de la vida esco­lar sin poner en riesgo nues­tra cordura.

No hay una sola página en este libro que no haga dis­pa­rar car­ca­ja­das. No sólo por­que el mundo del inter­nado visto desde la inte­li­gen­cia gam­be­rra de Moles­worth resulta des­qui­cia­da­mente hila­rante; o por­que sus obser­va­cio­nes entre parén­te­sis o al mar­gen lle­ven la risa a altí­si­mas cum­bres. Ase­gu­ran tam­bién que no haya res­piro la orto­gra­fía y sin­ta­xis moles­wort­hiana (hay que aplau­dir en pie el tra­bajo de tra­duc­ción que ha lle­vado a cabo Jon Bil­bao), así como las ilus­tra­cio­nes (cari­ca­tu­ras que son pre­ci­sos retra­tos psi­co­ló­gi­cos o esas apa­ri­cio­nes de galos y roma­nos que lle­van a pen­sar en aque­llas secuen­cias de momen­tos his­tó­ri­cos que se inter­ca­la­ban en los epi­so­dios de ‘The Young Ones’).

Moles­worth nació ori­gi­nal­mente en los años 40, en las pági­nas de la revista Punch. ¡Abajo el cole­jio! (‘Down with skool’) se publicó en 1953 y fue seguido por otros tres títu­los más, legando su remar­ca­ble parte de influen­cia sobre la cul­tura popu­lar bri­tá­nica del siglo XX (desde el nom­bre de Hog­warts, al uso de la expre­sión ‘as any fule kno’). Inda­gando más sobre ellos y su tras­cen­den­cia, podre­mos dar con una reseña en el Lon­don Review of Books (muy reco­men­da­ble, por otra parte) que se resiste a acep­tar apli­car a los libros de Searle y Willans el ape­la­tivo de ‘clá­sico’ u ‘obra maes­tra de la narra­tiva satí­rica’, con­si­de­rando que esa gran­deza le viene sobre todo atri­buida por cómo la memo­ria sen­ti­men­tal de muchos de sus lec­to­res, hoy adul­tos, ha miti­fi­cado las risas con que los dis­fru­ta­ron durante su infancia.

No obs­tante, aque­llos que des­cu­bra­mos a Moles­worth ahora, adul­tos y sin ese bagaje sen­ti­men­tal, vamos a reír con esta edi­ción de Impe­di­menta, y apre­cia­re­mos la genia­li­dad de la irre­ve­ren­cia con que el cari­ca­tu­rista Ronald Searle y el escri­tor Geof­frey Willans (que sabía de qué hablaba, ya que se educó y ejer­ció como pro­fe­sor en un inter­nado) auna­ron sus res­pec­ti­vas agu­de­zas y capa­ci­da­des de pene­tra­ción y sati­ri­za­ron el cutre esno­bismo de San Cus­to­dio, reflejo del mismo de los ‘cole­jios que hay en ingla­te­rra (y que) esplica como es hoy en día el país’. Y, des­pués de las risas, que­dar­nos con algo apren­dido de ese inte­li­gente gam­be­rrismo feroz de Moles­worth para enten­der y cri­ti­car ‘el tin­glado’.

Por Alicia Guerrero Yeste