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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

La comuna idílica de Mary McCarthy

En «El oasis», Mary McCarthy ironiza sobre la superioridad intelectual de la izquierda en una sátira utópica basada en personajes reales.

En 1949, la escritora estadounidense Mary McCarthy (1912-1989) se ganó la enemistad de sus compañeros de la Partisan Review y de buena parte de su círculo social con la publicación de El oasis, una brillante sátira en la que cuestionaba la superioridad intelectual de la izquierda y se mofaba de sus constantes disensiones.

Para rizar el rizo, los protagonistas de esta novela corta eran el fiel reflejo de su entorno, empezando por Philip Rahv, uno de los popes de esta publicación de izquierdas con quien McCarthy mantuvo un romance años atrás, mientras la joven escritora de Seattle se daba a conocer como insobornable crítica teatral. como bien señala la también escritora Vivian Gornick en la introducción a El oasis, pese a que el paso del tiempo ha hecho que estos guiños internos se hayan difuminado para el lector de nuestros días, la novela mantiene su capacidad de seducción y habría que decir, hilarante seducción, por los kilos de ironía que contiene.

El título El oasis, por cierto, hace referencia a todo el meollo de la novela: la puesta en marcha de Utopía, una comuna cooperativa que en mitad del campo un grupo de intelectuales y artistas de Nueva York pone en marcha en plena Guerra Fría, ante lo que consideran el estallido inminente de una guerra nuclear.

El comienzo ya marca todo el ritmo de esta deliciosa y punzante novela: «haciendo honor a la norma social que estipula que el último mono siempre es el primero en presentarse en cualquier celebración, el señor Josepch Lockman y su señora llegaron antes que nadie a Utopía». Lo que sigue es una descripción del galopante proceso de desconfianza mutua que, a juicio de McCarthy, estalla en toda colectividad de izquierdas, en la que sus miembros, pese a la sintonía ideológica, son incapaces de entenderse. Y todo ello con mordacidad y elegancia. Un oasis lleno de frutos literarios.

ALFONSO VÁZQUEZ