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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

La sátira necesaria

Stella Gibbons escribió veinticinco novelas, entre ellas, la extraordinaria 'La hija de Robert Poste', obra maestra de la comicidad del siglo XX en lengua inglesa, también editada por Impedimenta, al igual que sucede con 'Flora Poste y los artistas'.

La sátira se puede resumir con estas palabras: censura agria, poner en ridículo, mordacidad y agudeza; todo ello envuelto en humor; de manera que la carcajada, la sonrisa y la mueca se alternan en los diferentes momentos de la historia. No es nada fácil conseguirlo y Gibbons alcanza la meta con creces. La autora nació en Londres y fue la mayor de tres hermanos. Familia de clase media y un padre que les dio una vida difícil. Estudió periodismo y lo ejerció. Publicó un libro de poemas en 1930 que fue bien recibido por la crítica pero fue en la narrativa donde encontró su medio de creación.
El volumen que me ocupa reúne dieciséis relatos donde se mezclan lo urbano y lo rural, donde se desenvuelven personajes que, en la mayoría de los casos, quieren estar a la moda a toda costa y que se convierten en caricaturas de sí mismos y de los tipos de su momento histórico.
La Inglaterra rural, profunda, tiene su expresión en la granja que da título al libro. La familia Starkadder no posee la más mínima noción de lo que es la Navidad; de hecho, acaban siempre la celebración en la farmacia del pueblecito de Howling, donde compran «hilas, vendas y ácido bórico» para restañar las heridas que se infligen unos a otros. El humor puede ser una sola palabra devastadora: «La oscuridad se cernía sobre el condado de Sussex como un manto repleto de mugre». ¡Qué hallazgo! La «suciedad grasienta» es la oscuridad. Esa misma suciedad es la de la casa y la de los personajes que en ella habitan y la de las acciones que se desarrollan en este espacio. Ya puede ir el vicario unas horas antes para civilizarlos en noche tan importante que es esfuerzo imposible.
El volumen tiene muchos registros pero todos desde la perspectiva señalada. La sátira y el humor se encuentran en un punto que es la ternura y un sentido muy humano aunque la crítica es despiadada. ‘El joven andrajoso’ presenta a Nancy James, aprendiz de artista, romántica, excéntrica, con sandalias verdes, a la que gusta pasear en la madrugada por los muelles. Una noche encuentra a un joven mendigo que intenta dormir en un banco y le da una limosna, media corona. La autora va dejando pistas. La pareja no es lo que parece. Se trata de dos jóvenes de la aristocracia, más que ricos, que juegan a la bohemia, dos imbéciles en definitiva, dos creadores de esnobismos.
‘Un hombre encantador’ se centra en un personaje que cae bien a todo el mundo, menos al lector; al menos a mí. Creo que la autora, de manera sutil, mantiene la ironía hasta la última página del cuento. En realidad se trata de un dictador para su familia que se cree perfecto. Fallece una ¿amiga? de la familia y aparece una necrológica nada favorable y todo el mundo se pregunta quién la ha escrito y con qué intención. La vanidad resuelve las dudas.
Las costumbres ‘glamurosas’ de la sociedad británica quedan hechas cisco en ‘Pobre Oveja Negra’, apodo de un hombre de la clase alta, amante experto, seductor irresistible que vuelve a Inglaterra y se encuentra con las jóvenes que conoció de niña y con las que no se puede comunicar. De su grupo de amigos solo queda soltera una compañera. ¿Qué pasará? Es fácil de imaginar.

Por Antonio Garrido