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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

La vida soñada de Rachel Waring

En la novela abundan el humor y la ironía típicamente ingleses para analizar las relaciones humanas, con una interioridad fuertemente protegida.

La novela de Stephen Benatar (Londres, 1937) narra la historia de una mujer soltera, ya madura, Rachel, que vive en Londres acompañada de una amiga de características similares a las suyas, bastante insoportable y que tiene un aburrido trabajo de oficinista. Pero una extraña tía con la que mantenía un trato lejano y superficial deja a Rachel en herencia una antigua casa en Bristol.

A partir de ese momento comienza una segunda vida para Rachel en la que intenta hacer realidad todos sus sueños. Para ello, lo primero es convertirse en una gran señora, con un buen vestuario, y darse a conocer entre los habitantes de la barriada. Poco a poco comienza el coqueteo con los hombres que le parecen más interesantes: el vicario, el farmacéutico y, sobre todo, un apuesto jardinero jovencísimo. Fas ci nada por el primer y legendario propietario de su nueva casa, comienza un constante e imaginario diálogo con él a través de un cuadro que ha adquirido.

Toda la novela se centra en ir descubriendo el carácter de Rachel. Benatar consigue mantener a los lectores en una simpática tensión acompañando a Rachel en sus ensoñaciones y en sus salidas de tono provocadas por la refinada e impostada educación de la que quiere hacer gala. A medida que se avanza en la lectura se hace patente su enfermiza sensibilidad romántica, su cursilería, su manera de entrar en relación con su vecinos, la forma de concebir al sexo a través de fantasías que proceden de esa exagerada sensibilidad…

En la novela hay un poco de todo, aunque abundan el humor y la ironía típicamente ingleses para analizar las relaciones humanas, con una interioridad fuertemente protegida.

Benatar consigue no solo un excelente retrato de un personaje singular que tiene que afrontar también una situación nueva; con sus deliberadas exageraciones, muestra también un tipo de personalidad femenina muy inglesa.

Por Alberto Portolés.