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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Las apariencias engañan y la mujer burguesa, también

Es una verdad universalmente reconocida que las novelas que muestran cuál es la esencia de la burguesía rural británica de los siglos XIX y XX han conquistado a muchos lectores a lo largo de los últimos años. Tras la publicación de las célebres novelas…

Es una verdad universalmente reconocida que las novelas que muestran cuál es la esencia de la burguesía rural británica de los siglos XIX y XX han conquistado a muchos lectores a lo largo de los últimos años. Tras la publicación de las célebres novelas escritas por Jane Austen, creadas en el periodo de la regencia de Jorge
IV en los primeros años del siglo XIX, muchos autores trataron de continuar con este tipo de historias. E. F. Benson (Berkshire, 1867), escritor victoriano de algunas de las historias de fantasmas más importantes para el género durante este periodo, también se atrevió a ironizar sobre la burguesía rural gracias a una famosa serie de novelas protagonizadas por Elizabeth Mapp y Emmeline «Lucía» Lucas. Escrita ya en su época de vejez, esta serie de seis novelas es considerada como «uno de los ejemplos más notables de comedia social inglesa de la primera parte del siglo XX». En esta ocasión, Lucía en Londres, publicada por primera vez en 1927, se centra en el personaje de Lucía y en una herencia que recibe su marido Pepino.

Gracias a esta, ambos pueden salir de Riseholme y mudarse a Londres, lo que la astuta protagonista va a aprovechar para inmiscuirse en la estirada sociedad londinense. En la novela se muestra, con gran acierto, una
clase social orgullosa, soberbia y que solo tiene ansias de adquirir más poder. Sin embargo, la gran crítica de Benson es presentar unos personajes que solo existen en los ojos de los demás, siendo en su interior completamente frívolos e insulsos.

Son los personajes femeninos quienes adquieren un gran protagonismo en la novela. Lucía es una mujer que, pese a la muerte de un familiar, disfruta al conocer que gracias a una herencia va a poder formar parte del selecto círculo de mujeres burguesas de la gran ciudad de Londres. Por su parte, su vecina Daisy Quantock encuentra en la desaparición de Lucía una gran oportunidad para convertirse en la más querida de Riseholme, algo que no había conseguido ni siquiera recurriendo a espíritus sobrenaturales en anteriores novelas de Benson. La mujer burguesa se caracteriza por visitar a sus vecinas y tener algunos conocimientos generales sobre arte y música que la ayudan en su difícil tarea de conseguir un mayo prestigio social. Sin embargo, los hombres de la novela, excepto un amigo soltero de Lucía, llamado Georgie Pilson, prácticamente no tienen voz y se mantienen en un segundo plano durante todo su desarrollo. Gracias a que la historia se crea principalmente a partir de diálogos en estilo directo, el lector de Lucía en Londres puede conocer de primera mano a unas mujeres insustanciales y que, aunque no son conscientes, viven unas vidas que siempre se proyectan hacia el exterior de una sociedad cruel, prejuiciosa y vengativa.

Por otra parte, Benson consigue crear con pocas descripciones unos ambientes y unas situaciones que plasman cuál era el día a día de estas mujeres. Las horas que dedican a ensayar piezas de Mozart al piano o las opiniones que les suscita la obra de Stravinski llenan de color a una novela que, al centrarse solo en la frivolidad de la mujer burguesa, podría ser algo monótona en ciertos capítulos.

Lucía en Londres se construye gracias a una ironía que encierra una brutal crítica a la burguesía rural de la época. Sin embargo, esta no consigue llegar a convertirse en la ironía sutil de Austen, quien supo distinguir matices dentro de una escala social que también encerraba otros comportamientos y otras realidades. Benson construye unos personajes tan frívolos que cuesta creer que todas las mujeres burguesas pudiesen ser tan insustanciales. Esta es una novela que disfrutarán todos los lectores que deseen conocer una perspectiva más crítica de la burguesía inglesa y que disfruten de unos personajes que solo saben mirar hacia fuera. Porque, por desgracia, Lucía se termina convirtiendo en una insulsa fachada dentro de un mundo de falsas apariencias.

Por Paula Mayo.