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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Las batallas perdidas

Una extraordinaria novela de imaginación e inventiva desbordantes.

Eudora Alice Welty (1909-2001), nacida en Jackson, Mississippi, ganó el Premio Pulitzer en 1973 con la novela The Optimist’s Daughter. Tres años antes, publicaba Las batallas perdidas, (Losing Battles. New York: Random House, 1970), una extraordinaria novela de imaginación e inventiva desbordantes. Durante la Gran Depresión trabajó como publicista en la Works Progress Administration, lo que le permitió viajar a través del Mississippi, haciendo todo tipo de fotografías. El 1971, Random House publicó una colección de estas imágenes. Posteriormente abandonó la fotografía para dedicarse de lleno a la creación literaria.

Su obra ha sido reconocida con galardones tan prestigiosos como el Guggenheim Fellowship en 1942; también el O. Henry Award en 1942, 1943, y 1968; recibió una subvención del National Institute of Arts and Letters en 1944; el Gold Medal el 1972; y, como hemos señalado antes, se le otorgó el Pulitzer Prize en 1973.
Mantuvo una cálida amistad con la escritora irlandesa Elizabeth Bowen; también cultivó la amistad con la cuentista norte-americana Katherine Anne Porter y el poeta Robert Penn Warren.

Muchos lectores norteamericanos valoraron, muy especialmente, su capacidad de interpretar con humor la vida cotidiana y mostrar las pequeñas hazañas de la gente corriente.
La escritora sureña construye personajes que, conscientes o no, llevan en sus existencias el peso de la pérdida, el servilismo, el miedo y la muerte. Welty relata, con agudos diálogos y un efervescente ingenio, su lúcida interpretación sobre la vida de una familia del sur en tota su variedad y extravagancia.

La familia Beecham, que vive en un pequeño pueblo del estado de Mississippi, se reúne para celebrar el noventa aniversario de la abuela Elvira Jordan Vaughn que vive con su nieta Miss Beulah. Llegan a la casa de la gran “matriarca”, un domingo del año 1930, en esta fiesta para no olvidar jamás, cuatro generaciones de la extensa familia, además de algunos vecinos, y, cómo no, consiguen, contra viento y marea, sacar de la penitenciaria a Jack, su nieto preferido para esta ocasión.

En su narración reina el ritmo, el contrapunto de las voces bulliciosas, y sólo aparece el silencio como un desafío ante el mensaje nítido que nos hace llegar Eudora Welty: ser plenamente humano significa perder ineludiblemente todas las batallas que se libran en nuestro corazón.

Por Marçal Borotau