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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Las muchas lecturas de ‘La Promesa de Kamil Modráček’

‘La Promesa de Kamil Modráček’ es la segunda de las novelas de Jiří Kratochvil que publica en España la editorial Impedimenta, que, asegura, fue uno de sus grandes éxitos de la temporada pasada. La ciudad de Brno, esperpénticos personajes ficticios salidos de una realidad no menos esperpéntica y una trama cargada de ironía, sobresaltos, intermedios y disquisiciones hacen de la prosa de Kratochvil una agradable sorpresa.

Jiří Kratochvil se va haciendo poco a poco un hueco en las librerías españolas. Tuvo que esperar hasta la Revolución de Terciopelo en 1989 para poder publicar y vivir de la escritura, cuando ya tenía 50 años, pero hoy día es considerado uno de los mejores autores “post-Kundera” y ve poco a poco cómo también en el extranjero va ganando consideración.
La Promesa de Kamil Modráček desde el año pasado ha vendido miles de libros en España y ha asombrado a más de un crítico. Aunque a menudo sea considerada una novela negra, su traductora, Elena Buixaderas, no está en absoluto de acuerdo. Es mucho más que eso.

“Esta novela es que es muy compleja. Tiene diferentes niveles que se entremezclan a lo largo de la novela. Es una crítica feroz a la época comunista en la República Checa, en Brno. Primero hay que situarse, hay que crear un cierto contexto y ver cómo un lector español iba a meterse en esa época. Decidí por ejemplo poner notas a pie de página, cosa que no me gusta nada, pero tuve que hacerlo. Es complicada también porque tiene disquisiciones muy largas sobre muchos temas, sobre arquitectura, sobre ajedrez, sobre Nabókov… Se mezclan la literatura y la ficción y hay ciertos párrafos metaliterarios. Hay mucho juego en el que se mezclan la literatura y la ficción”.

La novela, como no es raro en Kratochvil, transcurre en el Brno de los años 50. En ella se vive el ambiente de persecución y los crímenes políticos de los primeros tiempos de la dictadura comunista checoslovaca. Venganzas personales y reflexiones sobre la culpa y el castigo se entrelazan con grandes dosis de humor negro, encarnado en unos personajes indeseables, según Elena Buixaderas.

“Para mí esta novela era como un esperpento literario, donde todos los personajes están deformados. Son caricaturas de personalidades arquetípicas. Pero deformadas hasta unos extremos exagerados. No hay ningún personaje positivo. Todos tienen su lado oscuro. Todos son más malos que la quina, por decirlo de alguna manera. Es un juego literario para criticar esa época. Todos tienen su trasfondo oscuro”.

Con uno de esos personajes Buixaderas se topó con un problema de difícil solución. ¿Cómo traducir “estébák”, la forma coloquial y despectiva con la que se conoce a los miembros de la StB, la policía secreta del régimen comunista?

“Me inventé una palabra para este libro. Hay una persona en Internet que ya me dijo que le molestaba. Pero para traducir ‘estébák’, que no existe en español, tenía varias opciones y se me ocurrió la palabra ‘segureta’, como agente de la seguridad nacional. Se lo dije a Enrique Redel, el editor, y también le comente otros posibles términos en español que existen como un gris o un guripa, pero este le pareció bien”.

Un viaje por las cloacas del régimen

Nada es lo que parece en La Promesa de Kamil Modráček, una novela tan tenebrosa como divertida, asegura Buixaderas. Tras conocer la obra, traducirla era un reto que le entusiasmaba y que aceptó con gusto.

Su autor, amable pero escurridizo en los últimos años, rechaza invitaciones de instituciones o participar en actos de promoción. A pesar de residir en Praga, a solo 200 kilómetros de Brno, donde vive Kratochvil, la relación entre el escritor y la traductora tampoco ha pasado del intercambio de correos electrónicos, dice Buixaderas.

“Personalmente no lo conozco porque es muy tímido y nunca sale de donde vive, cerca de Brno. Siempre dice que tiene muchos problemas de salud, y bueno, es verdad, pero sólo en parte. Es introvertido, por así decirlo. Siempre dice que él no es tan interesante como sus novelas. Pero no sé si es verdad”.

Kratochvil conoció bien las cloacas del régimen. En el periodo de la Normalización tras la invasión de las tropas del Pacto de Varsovia en 1968, fue prohibido como otros tantos autores, que sólo pudieron publicar en ediciones clandestinas ‘samizdat’. Como otros muchos intelectuales que no abandonaron el país, tuvo que hacer todo tipo de trabajos de bajísima cualificación para ganarse el pan hasta que llegó la democracia. Con los nuevos tiempos por fin pudo dar salida a su extraordinaria productividad. Desde entonces hasta ahora, casi cada año ha publicado uno o dos libros.

También fue editor de la Radiodifusión Checa en Brno y le empezaron a llover los premios literarios, incluido el Karel Čapek, el Tom Stoppard o el Jaroslav Seifert.

En España, la editorial Impedimenta hace unos años ya sacó En Mitad de la Noche un Canto. En el particular estilo del checo la editorial parece haber encontrado una de sus propias señas de identidad y mantiene la apuesta por su prosa para el futuro, contando con Buixaderas de traductora de nuevo. A ésta por su parte, que hay que decir que de profesión es física de la Academia de Ciencias checa y no puede dedicarse plenamente a la traducción, le gustaría seguir con la novela El Actor, que en Chequia vio la luz en 2006. Sin embargo, lo suyo no es la prosa, dice.

“Yo empecé traduciendo poesía que es lo que más me gusta realmente. Tengo varias traducciones de Václav Hrabě; y de Viola Fischerová, que son los más importantes. Luego tengo traducidas pequeñas cosas de Petr Borkovec o Petr Halmay. De novelas, la primera fue de Alexandra Berková, que se llamaba Amor Tenebroso. La Promesa de Kamil Modráček es la segunda”.

El Centro Checo de Madrid también ha apoyado la entrada de Jiří Kratochvil en España colaborando con Impedimenta y preparando presentaciones de las novelas que han contado con nombres de lujo como por ejemplo el escritor Lorenzo Silva, o el propio Kratochvil, a quien una vez fueron capaces de convencer para que saliera de Brno por unos días.

Por Daniel Ordóñez.