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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Limpia, fija y elimina con fruición

En un ataque de furor lexicida, los académicos han suprimido del DRAE palabras «en desuso». El boom de las novelas gráficas lleva camino de dejar en anécdota el de la gastronomía.

Se lo advierto sine ira et studio: el boom de las novelas gráficas lleva camino de dejar en anécdota el de la gastronomía y sus chefs más o menos cantamañanas. Como ocurre siempre que algo se convierte en tendencia, entre col y col, lechuga, o, dicho de otro modo: en la novela gráfica no todo el monte es orégano. Esta semana, sin embargo, he seleccionado tres álbumes que se salen de la media. No estoy seguro de que la adaptación gráfica que ha hecho Martin Rowson (sí, el mismo dibujante que se atrevió con La tierra baldía, de T. S. Eliot) de la Vida y opiniones de Tristram Shandy, caballero le habría encantado, tal como aseguran los paratextos, al mismísimo Laurence Sterne, pero sí creo que, en todo caso, su peculiarísimo remake constituye una auténtica obra maestra de ese género en alza. Rowson se permite todo tipo de licencias con el texto, introduce personajes contemporáneos, hace sin parar guiños al lector, reinterpreta la famosa página en negro, disecciona el escroto del padre de Tristram y retrata con ironía y atrevimiento el área vaginal externa y el útero de su madre, todo ello en un dibujo en glorioso blanco y negro (mucho negro: la mayor parte de la vida conocida de Tristram transcurre en interiores orgánicos) repleto de homenajes a, entre otros, Piranesi, Hogarth, Blake, Beardsley y Durero. Muy distinto, aunque igualmente notable, es Kanikosen (Gallo Nero), la adaptación gráfica que ha realizado Go Fujio de la célebre novela proletaria de Takiji Kobayashi (1903-1933). El libro, publicado en 1929 (y traducido con el título de Kanikosen, el pesquero por la editorial Ático de los Libros), cuenta la lucha y la rebelión final de los pescadores de un barco cangrejero contra su despótico patrón, protegido por la Armada Japonesa. Kobayashi, militante comunista en los años treinta, murió después de ser salvajemente torturado por la Tokkó, equivalente nipón de la Gestapo. Por último, el dibujante californiano Beto (Gilbert) Hernández, autor de la saga Palomar, regresa a Ediciones La Cúpula con su último libro Tiempo de canicas, que cuenta una historia (parcialmente) autobiográfica rebosante de empatía hacia el mundo de la primera adolescencia. Tres novelas gráficas, cada una en su estilo, que merecen atención especial.

Para leer el artículo de Manuel Rodríguez Rivero completo, pinche aquí.