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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

LINIERS, A LA ESPERA DE «LA CATRINA»

Recibir un especial homenaje y convivir con sus lectores, dos de las grandes motivaciones que tiene el ilustrador durante su visita a tierras tapatías.

La perfección no es una prioridad para Ricardo Siri “Liniers”. Si hay que decidir qué es lo que hace que un dibujo sea bueno, este argentino prefiere hablar de la honestidad con la que se realiza.

Liniers sigue viviendo un sueño, confiesa mientras alista su maleta para regresar a la Feria Internacional de Libro de Guadalajara (FIL) y ser galardonado con el homenaje y premio «La Catrina», reconocimiento que también le parece increíble recibir al mirar los nombres y trayectorias que le anteceden, entre los que figuran compatriotas a los que admira y fueron motivo para apasionarse por las viñetas, como Joaquín Salvador Lavado «Quino».

«Cuando veo la lista de quienes han ganado el premio me es incomprensible que ahora me propongan a mí, pero me alegra. La primera vez que fui a México fue en un viaje entre amigos hace unos 20 años, ahí quedé enamorado y comencé a comer más picante», relata Liniers al recordar que pese a sus deseos de expansión internacional, nuestra nación no fue de los primeros países en distribuir su obra. «Cuando comencé a publicar mis libros en otros países, vi que México no aparecía, pero me publicaban en otros países para mí rarísimos como República Checa, pero no conseguía que me publicaran en México».

Igualmente, recuerda la ingenuidad de sus primeras publicaciones y la emoción que le causó tener a Uruguay como esa primera frontera desdibujada para dar a conocer su trabajo; ahora su obra se ha convertido en estandarte de la gráfica contemporánea y aunque las traducciones al inglés han sido su principal carta de apertura al mundo, también le parece fascinante que en cuestión de segundos sus personajes sean compartidos por todo el mundo con tan solo un clic desde las redes sociales, incluso, de aquellas ajenas a su cuenta.

«Desde hace 18 años estoy publicando Macanudo, y mi primer miedo era que a los dos o tres meses me quedara sin ideas cuando empecé a publicar todos los días, pero seguían apareciendo ideas y así han pasado los años. Sigo disfrutando, cuando me siento a dibujar por la misma razón por la que los lectores se sientan a leer, yo quiero ver que pasará. Para mí todo es una sorpresa».

Su laboratorio cerebral

De México habla con pasión, y Guadalajara será la primera ciudad en donde comparta su obra en gran formato a través de un mural que quedará a la vista del público en el Conjunto Santander de Artes Escénicas; así, dejará un testigo vivo que recuerde el por qué Macanudo, Enriqueta, esos duendes traviesos y los pingüinos se han publicado en más de 30 libros en Francia, República Checa, Suecia, Alemania, Brasil, Corea del Sur y China, entre otras latitudes del mundo.

«Yo tengo un montón de influencias desde Quino y Mafalda, desde entonces todo lo que uno lee y ve en el cine, libros o lo que sea, entra en tu laboratorio cerebral y el reto después es encontrar algo que sea personal, trabajar desde la honestidad. Al principio tus historietas son un poco resistidas, quizá no se entienden bien para dónde van, son cosas raras hasta que la gente entiende tu código y lo acepta, ahí está el secreto de porqué funcionan y emocionan tanto».