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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«Cuentos inquietantes», de Edith Wharton

«Una magnífica selección de relatos de una autora con un talento narrativo impresionante.»

Edith Wharton es recordada fundamentalmente por haber escrito una serie de novelas en las que ofreció un retrato mordaz e irónico de la alta sociedad neoyorquina, de la cual ella misma formaba parte. Nos referimos a obras como «Santuario», «La casa de la alegría» o «La edad de la inocencia» (ganadora del Premio Pulitzer en 1921).

Wharton también fue una destacada autora de relatos cortos cuya redacción le permitió explorar territorios muy diversos y alejados, al menos ocasionalmente, de aquellos en los que parecía sentirse más cómoda. En Cuentos inquietantes, antología publicada por Impedimenta, aguarda al lector una selección de diez magníficas historias que ejemplifican el buen hacer de la autora norteamericana en el campo de la narrativa breve.

Inquietudes familiares

Algunos de los cuentos que componen esta colección presentan a familias enfrentadas a situaciones de una gran incomodidad. En «La misión de Jane», por ejemplo, la adopción de una recién nacida por parte de un matrimonio en crisis debería servir para que la esposa se realice como madre y, al mismo tiempo, como desencadenante de un acercamiento entre los cónyuges. Que la niña en cuestión acabe resultando ser una criatura insoportable es algo con lo cual sus sufridos padres adoptivos no contaban, lamentablemente.

Por otra parte, «Los otros dos» narra una situación que resultará muy familiar a buena parte de los lectores. El señor Waythorn se ha casado con una hermosa mujer para quien él es ya su tercer marido. Divorciada de un oscuro hombrecillo (padre de su hija) y de un atractivo y adinerado caballero, la ahora señora Waythorn se las arreglará para conseguir mantener el contacto con ambos, ante la creciente incomodidad de su actual esposo. Finalmente, en «El mejor hombre» veremos cómo la esposa de un político de éxito pondrá en peligro el futuro de su marido al actuar de manera poco ética a espaldas de éste.

Horribles inquietudes

Entre los diez relatos que componen Cuentos inquietantes, hay tres que destacan por su capacidad para hacernos experimentar momentos de verdadero desasosiego. El primero de ellos es «La duquesa orante», un cuento con reminiscencias del gran Edgar Allan Poe en el cual una relación adúltera encuentra un final trágico.

«Después» es una narración de fantasmas emparentada con el trabajo de Henry James (autor, entre otros, del clásico Otra vuelta de tuerca). En esta historia Wharton consiguió crear una atmósfera sobrecogedora capaz de generar una inquietud creciente en el lector.

En cuanto a «La botella de Perrier», se trata probablemente del cuento más aterrador del volumen, y quizá por ello haya sido elegido para cerrar el mismo. Para evitar estropear su disfrute nos abstendremos de comentar nada sobre el argumento, pero desde El Mar de Tinta les aseguramos que tras su lectura es más que probable que se sientan con muy mal cuerpo.

Inquietudes diversas

Wharton nos ofrece una particular visión de lo que nos espera después de la muerte en «La plenitud de la vida», relato en el cual una mujer descubre que el paraíso no es lo que ella imaginaba. Y en «Un viaje», veremos cómo otra fémina lidia con una difícil situación a bordo de un tren, en una historia en la cual el egoísmo y la mala conciencia van de la mano.

«Un cobarde» retrata la angustia de un hombre perseguido por la culpa derivada de un acto cometido muchos años atrás. Finalmente, en «El veredicto» (una historia que todo artista debería leer para tomar buena nota de lo que en ella se cuenta) conoceremos el motivo por el cual un pintor mediocre pero de gran éxito decidirá abandonar los pinceles.

Diez pequeñas joyas

Tras leer Cuentos inquietantes, queda claro que no nos encontramos ante una antología de relatos de terror (salvo contadas excepciones). La inquietud generada por las narraciones que la componen procede principalmente de los conflictos internos de sus protagonistas. Y es la maestría de Edith Wharton la que consigue que esos conflictos nos afecten profundamente. No obstante, historias como «Después» o «La botella de Perrier» son dignas de figurar en la más exigente colección de narrativa terrorífica.

Sea como fuere, la calidad de estos relatos está fuera de toda duda. Presentados en una edición impecable y con una excelente traducción de Lale González-Cotta (quien también firma el interesante prefacio del volumen), los Cuentos inquietantes de Edith Wharton nos permiten descubrir una faceta poco conocida de una de las más grandes autoras de la literatura norteamericana.

Por José Rafael Martínez Pina