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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«Damas asesinas», de Tori Telfer

Maestras del engaño con encanto.

Ahora que aprieta el frío apetece más una buena novela negra, de misterio o algún thriller que nos ponga en el camino a algún asesino o villano que detener. Si os gustan este tipo de novelas estáis de suerte porque os presentamos una propuesta muy atractiva: Damas Asesinas. Un estudio o compilación de las biografías delictivas de catorce asesinas en serie que sembraron un reguero de sangre en el pasado.

Viene a ser cómo el libro Crónica de la España Negra de Francisco Pérez Abellán, pero en versión femenina-. Toda una declaración de intenciones con la que Tori Telfer pretende concienciar de la poca repercusión histórica que han tenido algunas mujeres asesinas en la propia Historia, aun siendo más sanguinarias que otros asesinos en serie varones que todavía causan terror, como el eterno Jack el Destripador. También responde a la necesidad de acallar algunos pensamientos machistas o eliminar los tópicos que sexualizan la figura de la mujer restándole así importancia a sus delitos.

Recordemos la película Chicago, en la que la prensa se peleaba por sacar la foto de la acusada más bonita del momento maquillando sus fechorías con titulares hilarantes y sensacionalistas. Ya que en los años treinta, si eras mujer y encima guapa, podías librarte de la cárcel luciendo tu mejor gala. De hecho, una oleada de asesinatos a varones asoló la ciudad, la mayoría de éstos envenenados por arsénico, que al igual que el alcohol, se podía encontrar en grandes cantidades en el mercado negro. Casi se convirtió en una especie de moda con la que librarse del yugo del matrimonio o los problemas.

Pero lo interesante es que su autora no sólo se ha centrado en desenmascarar la verdad acerca de los personajes que nos aguardan, sino que ha tratado de ofrecernos un retrato psicológico de éstos en la medida de lo posible, ya que en muchos casos, como La Condesa Sangrienta –Erzsébet Bathory- se ha mitificado tanto su persona que se la lleva relacionando con el vampirismo desde hace siglos alimentando cientos de leyendas, cuando en realidad a ella la sangre no le importaba en absoluto, tan sólo necesitaba experimentar el placer de torturar al vasallo. Se le atribuyen al menos una decena de victimas demostrables, y hasta que no se metió con doncellas nobles la Ley no recayó sobre ella. Finalmente fue condenada de por vida. Otro ejemplo mitificado es el de la “bruja” asesina, como el caso de La hechicera de Kilkenny, -Alice Kyteler-, una mujer pudiente que prosperó –tras morir sospechosamente al menos cuatro de sus maridos- que desafió a una sociedad patriarcal dominada también por un clero receloso y misógino que utilizó la ignorancia y la fe católica para librarse de sus enemigos. Por ello, Alice fue la primera mujer en protagonizar un juicio por brujería de Europa. Pese a que se libró del castigo impuesto ya que desapareció sin dejar rastro tras éste.

Otra de las características destacables en esta investigación es la necesidad de encontrar la motivación real que les llevó a todas estas mujeres a cometer dichos crímenes. Analizando la situación personal de cada una de ellas hallaremos casos en los que se tomaron el asesinato como una forma de mejorar su situación actual. Una salida drástica de la pobreza, el maltrato y las malas condiciones de su época. Dejando a un lado el sistema opresor en el que vivían inmersas, en su mayoría fueron asesinas calculadoras y psicópatas que dieron rienda suelta a sus deseos más oscuros. Y vaya si lo hicieron. Algunas se deshicieron de hasta cinco maridos distintos, quedándose con el dinero de todos ellos. Al menos tres huyeron de sus condenas y nunca pagaron por sus atroces actos. Otras sí cumplieron penas tan atroces cómo lo fueron sus faltas (hablamos de una época en la que la horca era mejor que ser quemada viva en una hoguera). Y de otras, existe tan poca información que prácticamente seguirán siendo fantasmas de otra época. También hablamos de un patrón común, el uso del arsénico, una forma muy femenina de matar –por eso de que el veneno es un arma de mujer-, que produce una muerte lenta y agónica, tan devastadora de presenciar que no por ello deja de ser cruel y despiadada. Por eso es vital reconocerlas, estar atento a esas caras angelicales que aparecen serviciales en nuestro camino, tal vez escondan la necesidad oculta de librarse de nuestra persona.

Un compendio interesante, entretenido y bastante ilustrativo sobre las asesinas más letales de la historia. Damas Asesinas se puede convertir en uno de los mejores regalos de estas navidades.

Para los amantes del crimen en general o para darle ideas a tu madre, mujer, novia, amiga o hermana.

Ana Olivares