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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«El unicornio», un hechizo cruel

—“Pero supón que amas… algo que no existe” —“En cierta forma no puedes amar algo que no existe. Yo creo que si amas de verdad, entonces ese algo ‘existe’. Pero yo no entiendo de esas cosas”

Uno de los errores más comunes y fatales que comete el ser humano es el de creerse ‘más despierto’ que los demás, pensar que la percepción propia de la realidad y sus problemas es única y completa. Nadie más entiende realmente cómo funciona el mundo, es el único con los ojos lo suficientemente abiertos como para comprenderlo y solucionar sus incógnitas. Esta equivocación es la que conduce a Marian Taylor, la protagonista de El unicornio, a encontrarse en medio de un entorno hostil en el que los secretos son lo único real y seguro.

Escrita por Iris Murdoch en 1936 y reeditada por la editorial Impedimenta con la traducción del escritor y guionista Jon Bilbao el año pasado, esta novela romántico-gótica despide las claves del género por los cuatro costados: misterio, amor, pasión, terror y un paisaje tenebroso conforman los pilares sobre los que se sostiene una historia tan surrealista como los colores que la envuelven. Murdoch nos sumerge en un pequeño mundo apartado, el del castillo de Gaze, cuyos habitantes están unidos por lazos tan estrechos como los familiares y tan indeseados como los que unen a los enemigos. En el centro de todos ellos se encuentra Hannah, la señora del castillo, una criatura que despierta tanta incomprensión entre quienes la rodean que adquiere el carácter divino de un personaje de fantasía, inhumano e impredecible.

Marian, la institutriz recién llegada, agitará la pretendida calma del lugar con su inevitable curiosidad y ganas de ayudar. Una posición que, seguramente, adoptaríamos todos al adentrarnos en ese submundo. Las piezas del complejo rompecabezas son desveladas poco a poco. Como si de una novela policiaca se tratase, la autora pretende jugar con el lector incitándole a adivinar el misterio que empuja la historia contada antes de llegar a la última página. Una tarea que se vuelve casi imposible cuando todas las cartas están sobre la mesa y dejamos de preguntarnos por el pasado para hacerlo por el futuro de la idolatrada Hannah. Ella parece la única que comprende realmente su situación y cómo debe actuar para mantener el bien en Gaze contra toda adversidad.

La narración en tercera persona sugiere que el autor lo conoce todo sobre la historia narrada y sus personajes, pero Murdoch no va a ponernos fácil desenmascarar la realidad de la historia. Al igual que le ocurre a Marian, el lector tiene la sensación constante de que algo oscuro se oculta tras los muros del castillo.

La autora mantiene el ritmo de la historia mediante la perfecta dosificación de secretos revelados que, si bien responden a unas preguntas, plantean otras, obligando al lector a avanzar, página tras página hasta un final que aclare, o no, si realmente existe el unicornio. Objetivo que también persiguen los personajes de la novela, que tampoco podrán volver a la realidad hasta descubrir si Hannah es como el paisaje que les rodea, natural pero egañoso, o como el castillo en el que viven, una construcción que puede derrumbarse en cualquier momento.