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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«La Comedia Literaria» (de Roldán a Boris Vian), de Catherine Meurisse

Se aprecia también en La Comedia Literaria el tratamiento frívolo a los grandes monstruos de la literatura francesa (garante de la carcajada) y un agradecido confort acerca de los ingredientes de pensamiento y obra.

De nuevo reincido en esta obstinación (casi en la divisoria del fanatismo) de Impedimenta por publicar estos libros que vienen a ser los bombones que jamás te ligarás en esa gran discoteca llamada Edición Española. Es tal la belleza que da igual lo que piense el libro. El libro es estéticamente impecable, y es para mirarlo y acariciarlo con las manos limpias y una buena blazer americana so pena de sanción administrativa si pasas página con churretones de alioli, o vello genital. El libro te habla antes de abrirlo: eh, no me toques mucho las pelotas, no soy un Vázquez Figueroa. Quicir, podría estar perfectamente entre mercaderes venecianos o libreros arrogantes. Da igual que lo leas. Cómpralo. Adorna. Otro inciso: pensaba que la edición era una esfera, una jerarquía, incluso una especie de marquesado, nada de obreros ni de oficio, pero resulta que curran y sudan; igual tienen hasta sindicato.

De igual manera, el cuerpo interior es adecuado y entretenido para los nuevos amores (más bien desamores) de las nuevas generaciones con la literatura, es decir todo está mascado y a huevo. La Comedia Literaria es un cómic ilustrado por Catherine Meurisse (Niort, 1980. Charlie Hebdo, Libération, Les Echos, Telérama, L´Obs). Entre otros la comedia francesa viene soberbiamente representada por Molière que para algo era protegido de Luis XIV, aún a riesgo de satirizar la aristocracia y la alta burguesía; también la hipocresía (Tartufo).

Hay también evocación y gran explicación ilustrativa y dialogante a Le Père Goriot, una de grandes del gigante Balzac, colosal metáfora novelada para cada uno de los personajes. Valgan paradigmas:

Eugène de Ratignac: ambición y moralidad curiosamente en convivencia.

Papá Goriot: sacrificio y honradez.

Delphine y Anastasie: vanidosas y locas del coño épicas.

De vez en cuando el lector necesita espacio y relax, y aparece la destreza hilada de las secuencias; en muchas ocasiones con más recorrido en la memoria del lector (pasados los años) que la novela de dos millones de palabras. Catherine Meurisse consigue aunar la trilogía para que tenga lugar la agradable instrucción cultural.

– Dibujitos molones.
– Hilaridad constante (no exenta de rigor histórico y literario): te descojonas y aprendes. Vuelves a los 7 años y el churretón de nocilla.
– Concisión e intensidad.

Se aprecia también en La Comedia Literaria el tratamiento frívolo a los grandes monstruos de la literatura francesa (garante de la carcajada) y un agradecido confort acerca de los ingredientes de pensamiento y obra. Engranaje muy a favor de la elaboración de un universo de erudición y descojono. La comedia literaria no es un libro necesario; es un libro que se debería vender en las farmacias con receta anti-hijoputez.

Habla la falsa elegancia que la literatura infantil no es una literatura menor. Pero yo te digo: sí lo es. En cambio, algunos libros de adultos se me hacen mucho más necesarios para niños que la camiseta rosa del Madrid. La Comedia Literaria es uno de ellos. Es decir, la gran literatura infantil es una literatura adulta que entenderemos los chicos mayores y los pequeños. No hay malicia, no hay crueldad, no hay depravación, abandona dolores y torturas. Y sobre todo, abraza la esperanza y siempre está sonando un piano.