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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«La palabra heredada», de Eudora Welty

El talento como escritora de Welty, patente a lo largo de toda su obra, convierte esta breve autobiografía en una lectura tan ligera como satisfactoria.

Leer la biografía de un escritor o de una escritora siempre es un ejercicio cuanto menos interesante y, en ocasiones, sumamente instructivo. Con mucha frecuencia, el lector comprueba cómo determinados autores (sobre todo de ficción realista) plasman en su obra mil y un detalles extraídos de sus vivencias personales. Ya sea un personaje inspirado en alguien que conocieron en su día, una situación concreta que vivieron (o de la que fueron testigos), o incluso impresiones más vagas como un olor o un sonido, son todos elementos rastreables en la obra de cualquier narrador, si bien no solemos ser conscientes de ello hasta que dicho narrador nos ofrece las claves que originaron una historia, una novela, un poema…

Eudora Welty, quizá la representante femenina más importante de la narrativa sureña norteamericana, escribió varias novelas (entre ellas Las batallas perdidas y la ganadora del premio Pulitzer La hija del optimista, ambas publicadas por Impedimenta) y numerosos relatos que figuran entre lo mejor de la producción literaria estadounidense del pasado siglo. La palabra heredada (también publicada por Impedimenta con su habitual buen hacer) nos permite echar un vistazo a su niñez, a su adolescencia y a sus primeros pasos como escritora.

El libro consta de tres partes, que en origen formaron una serie de conferencias impartidas en Harvard. En “Escuchar”, la primera de ellas, Welty nos habla de su infancia y de sus padres, de cómo surgió su amor por la lectura (cultivado gracias a la biblioteca de Jackson, su ciudad natal) y de su asistencia a la escuela. En la segunda, “Aprender a ver”, se centra en los viajes realizados durante los veranos de su niñez a Virginia Occidental y a Ohio, para visitar respectivamente a sus abuelos maternos y paternos, y relata los orígenes de los mismos. Finalmente, en “Encontrar una voz”, nos narra entre otras cosas su período de formación en secundaria y su posterior traslado a la Universidad de Wisconsin, para recalar finalmente en Nueva York durante una temporada, persiguiendo su sueño de ganarse la vida como escritora.

El talento como escritora de Welty, patente a lo largo de toda su obra, convierte esta breve autobiografía en una lectura tan ligera como satisfactoria. Al leer La palabra heredada no cuesta imaginar a ya septuagenaria Eudora al frente de un auditorio entregado, pendiente de cada palabra y celebrando cada pequeña revelación sobre el origen de tal historia o personaje con deleite. Así, puede resultarle fácil al lector sentirse parte de ese público que escuchó por primera vez estas páginas en forma de conferencia y quizá le asalte, al cerrar el libro un comprensible deseo de alzarse y dedicar un sentido aplauso a la autora.

Por Juan José Castillo