cabecera 1080x140

Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«La solterona» de Edith Wharton

Las emociones que expresan no siempre con palabras, demuestran un conocimiento de primera mano del universo femenino de aquella época. Un conocimiento, en el que la reflexión y la crítica a la sociedad y sus costumbres (no al hombre) está presente desde la primera página.

Delia y Charlotte parecen a punto de compartir destinos similares. La primera casada con un Ralston y la segunda a punto de hacer lo propio con un primo segundo de este. Todo hace pensar que la vida de ambas va a estar cortada por un mismo patrón. Sin embargo, poco antes de la boda, Charlotte confesará a su prima la existencia de una hija, la pequeña Tina, a cuyo contacto tendrá que renunciar en caso de casarse con el joven Ralston.

El conocimiento por parte de Delia de este secreto de juventud de su prima, que nadie en la rancia sociedad neoyorkina de mediados del XIX sospecha siquiera, dará un giro a los acontecimientos que cambiará, en mayor o menor medida, la vida de ambas mujeres. La solución más decorosa a veces resulta ser la que mayor dolor entraña.

Este es el punto de partida de esta magnífica novela corta de Edith Wharton. A partir de este momento, el desarrollo de ambos personajes, la riqueza de su psique, las emociones que expresan no siempre con palabras, demuestran un conocimiento de primera mano del universo femenino de aquella época. Un conocimiento, en el que la reflexión y la crítica a la sociedad y sus costumbres (no al hombre) está presente desde la primera página.

Delia muestra sus dudas sobre el matrimonio: “… la progresión de la costumbre, el insidioso arrullo de la rutina, la pareja yaciendo desvelada en el gran lecho blanco…” o la maternidad: “Y a continuación, los bebés; los bebés que se suponía que ‘lo compensaban todo’, pero que resultaba no ser así… por más que fuesen criaturas entrañables. Una seguía sin saber exactamente qué se había perdido o qué era aquello que los hijos compensaban” y la renuncia que ambos suponen. Con el discurrir de la novela, sabemos que ella, al igual que Charlotte, ha debido dejar atrás algunos sueños.

Charlotte, la solterona. La mujer que ha aceptado renunciar a su faceta como madre, en favor de su hija. El peso de esta renuncia, de este secreto, irá haciendo mella en su carácter, enrareciendo y tensando por momentos la relación con su prima Delia. A lo largo de los años, en las escasas conversaciones cruciales entre ambas, resulta imposible no entender las razones de una y otra, sus sentimientos, sus aflicciones.

Wharton no se posiciona, muestra al lector la realidad de las dos protagonistas y el empeño de cada una por hacer lo que considera correcto, pensando siempre en el destino de la joven, en el papel que debe desempeñar en la sociedad. Delia y Charlotte no son personajes dibujados con un solo trazo, no podemos elegir a una de ellas. No encontramos una heroína en este relato, sino a dos mujeres de carne y hueso que se enfrentan a la vida con las herramientas que poseen: la inteligencia, la abnegación, la piedad…

Edith Wharton (EE.UU., 1862-1937) que además de escritora fue decoradora y paisajista, es la autora de novelas como La casa de la alegría y La edad de la inocencia, con la que obtuvo el Premio Pulitzer en 1921. Esta edición de La solterona a cargo de la editorial Impedimenta, incluye un postfaciode la traductora, donde el lector puede encontrar interesantes reflexiones sobre el texto.

Escrito por Ana Domenech.