cabecera 1080x140

Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«Los solteros», de Muriel Spark

Lo verdaderamente interesante que uno encuentra en las novelas de Muriel Spark es lo infinito de su interpretación; más allá de sus tramas, que en la mayoría de ocasiones son sencillas y evidentes, hay siempre un trasfondo que puede pasar desapercibido a simple vista, pero que encierra una visión humana cargada de ironía, perspicacia y crueldad.

Los personajes de sus libros son elegantes, sobrios, correctos, muy british; pero dentro de cada uno laten deseos y miedos que se sobrentienden a lo largo de las narraciones y que ponen los pelos de punta. No sólo por lo tenebroso de algunos de esos comportamientos, sino por la cercanía que podemos intuir en todos ellos. La maldad, el egoísmo, la cobardía, la envidia… son pasiones que Spark retrata con sutil maestría, consiguiendo así que el texto vaya mucho más allá de la historia que está contando.

Esto se puede experimentar de manera palmaria en Los solteros, una novela que narra un acontecimiento casi banal, pero que encierra muchísimo más de lo que parece. La trama, como digo, es bien clara: Patrick Seton, un sedicente médium, afronta un juicio por supuesta estafa a una viuda a quien pidió dinero con argucias y que nunca devolvió. Alrededor de este personaje tenemos a una miríada de secundarios con mayor o menor importancia en esa historia: el abogado que ejerce como acusación; el grafólogo encargado de valorar el documento que acredita la falsificación que Seton llevó a cabo para estafar a la mujer; la dama que acoge las reuniones espiritistas donde ejerce el médium; la novia de Seton, embarazada y defensora acérrima de su inocencia; un doctor que proporciona drogas al médium debido a una información que éste posee y que puede acabar con su carrera; un joven y religioso irlandés, enamorado de la novia de Seton, cuyos remordimientos acerca del sexo le inquietan la conciencia… Toda una pléyade de personas que representan a tipos muy diversos y cuyas funciones en el desarrollo de la trama son bien diversas.

La genialidad de Muriel Spark estriba en poner en danza unos protagonistas que, más allá de la peripecia evidente (el juicio a Patrick Seton), actúan motivados por unos sentimientos que van desde el odio hasta la crueldad, pasando por el deseo o la venganza. Esos solteros a los que alude el título, y que en principio parecen ser un grupo con características cómicas, acaban conformando un muestrario de todo lo rastrero que puede esconder el ser humano en su interior. La escritura va mostrando de una forma sutil, morigerada, los rasgos vitales de unos personajes que comienzan provocando la hilaridad, pero que terminan causando una mezcla de pavor, repulsa y lástima.

Seton, por ejemplo, no es sólo un típico embaucador, sino que también acaba por revelarse como un hombre sin escrúpulos, guiado por un afán ególatra que va mucho más allá de la simple fama. Ronald Bridges, el grafólogo (y personaje central en la obra), es quizá un tipo digno de conmiseración debido a su fragilidad —sufre de epilepsia— y al rol de “adversario” frente a Seton. Sin embargo, también él esconde una personalidad egoísta, vanidosa, que sale a la luz cuando trata con personajes más débiles de un modo u otro. Marlene Cooper, la anfitriona de las veladas de espiritismo, parece una mujer crédula y banal, pero, como todos los demás, encierra una idiosincrasia malvada, rencorosa y tenaz. Todos los personajes, sin excepción, podrían ser calificados de “lobos con piel de cordero”, si bien sólo a medida que avanza la lectura nos vamos dando cuenta de ello; Spark juega con la idea de mostrar un escenario con trazas de ironía para, poco a poco, cambiar los decorados y revelarnos aquello que se oculta detrás de las máscaras: un horror cotidiano, sutil, pero no por ello menos peligroso.

Los solteros, como otras obras de la escritora inglesa, es difícil de resumir o analizar por la cantidad de detalles que encierran sus páginas. Aquellos que gusten de la buena literatura, esa que nos exige un esfuerzo como lectores (pero que nos entrega a cambio suculentas recompensas), no deberían dejar pasar la oportunidad de acercarse a Muriel Spark. Seguro que no se arrepienten.