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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«Nostalgia» de Mircea Cārtārescu

Un caos metaliterario comienza a formarse: recuerdos, sueños, literatura, armonías y melodías enigmáticas toman cuerpo, que parece no serlo de principio; relatos grotescos, locura, extravagancia.

Todo comienza con el prólogo denominado El ruletista. Una apuesta total contra uno mismo: el psicópata, el perdedor. Aquel que logra su fortuna mediante el espíritu suicida. La ruleta girando contra la sien del protagonista, contra el mismo diablo; una suerte de envidia por parte todos, un destino que cumplir, un envite por el absurdo de permanecer en la memoria, de trascender (¿vanidad del escritor?), una bala es un desafío.

La violencia dentro del mundo infantil tiene un papel en el siguiente relato titulado El mendébil que, a su vez, se va diluyendo por medio de los relatos imaginativos que el nuevo chico del barrio les cuenta a los demás niños. Cartarescu retrata el desconcierto de los demás al descubrir que la vertiente sexual de el mendébil está mas desenvuelta, la desgracia se vuelve a presentar.

En Los gemelos y REM -los relatos mas largos, que bien podrían pasar como novelas cortas-, la locura, la ambigüedad, los sueños, la negación y la sexualidad abren los intersticios de la ficción. La poética del inconsciente cubre los párrafos de la narrativa del rumano y, aunque los desenlaces parecerían ser un tanto apresurados, se constituyen en un todo exagerado pero hipnótico.

Para cerrar, en el epílogo se encuentra El Arquitecto, un relato muy emparentado con la obsesión que vimos en el prólogo con El ruletista. Un aire kafkiano se desprende en la narración donde un hombre aficionado a los cláxones de los automóviles desea transformar el suyo en un nuevo instrumento musical a pesar de que quede totalmente inservible.

La descansos en la escritura de Cartarescu poseen una gran distancia entre sí, son respiros que pasan desapercibidos por la vitalidad de su continuidad y vertiginosidad. Llamado el eterno candidato al Nobel, el escritor rumano podría salir victorioso al nunca obtenerlo, al volverse una parodia de sí mismo.