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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«Revolucionarios», de Joshua Furst

Revolucionarios es una feroz crítica de aquella época y su posterior asimilación por parte del mismo sistema que deseaba destruir.

Mayo del 68, el movimiento hippy estadounidense o la primavera de Praga prometían cambiar el mundo para dotar de poder a las clases menos favorecidas. Henchidos de vientos de libertad, amor libre y rebeldía, los jóvenes de los 60 y 70 de los países occidentales se lanzaron a las calles para proclamar el fin del régimen que sus padres y abuelos habían fundado. El sueño de una nueva sociedad dominaba el escenario de un mundo polarizado en dos frentes, en el que había poco espacio para los neutrales. Tras más de 40 años desde aquel estallido de paz y amor, hemos despertado de aquel sueño y hemos descubierto que se truncó en pesadilla: la libertad, el amor y la paz que prometían traer a la nueva sociedad fueron transformadas por el sistema social en un nuevo modelo de consumismo individualizado en el que cada consumidor era libre de escoger lo que pudiera pagar, el amor se concentró en el culto al cuerpo y el hedonismo del individuo, que vive obsesionado con ser su propia marca y atraer nuevos seguidores y la paz dio paso a un nuevo contrato social en el que cada individuo se convertía en su propio emprendedor y, si no lograba triunfar, debía buscar el culpable frente al espejo, no frente al sistema que no le ofrece las oportunidades y medios para su autorrealización.

Revolucionarios es una feroz crítica de aquella época y su posterior asimilación por parte del mismo sistema que deseaba destruir, visto por los ojos de uno de los hijos del principal agitador de aquella época. Una alegoría de los Estados Unidos y un retrato profundo e íntimo de la relación de admiración y rencor que el hijo guarda hacia el padre ausente.

Fred (Freedom para sus padres y seguidores de éste), es el único hijo de Lenny Snyder, un legendario activista, carismático líder intelectual e icono de la contracultura de los sesenta que sobrevive en un pequeño pueblo a las afueras de Nueva York y cuya mayor aspiración es que los admiradores de su padre le dejen en paz. Hasta que un periodista logra dar con la tecla adecuada y consigue que éste acceda a contarle su vida, en una vomitera verborreica caótica, dolorosa y vívida. La mente de Fred bulle de recuerdos: su niñez transcurrió entre protestas pacíficas y campañas de resistencia contra el ejército y las fuerzas del orden, entre la brutalidad policial y el terrorismo doméstico de los antisistemas. Una infancia anormal en la que aprendió de la mano de su padre a hurtar con cuatro años y descubrió las drogas a los siete años con su primer porro que su padre le “obligó” a probar, en la que pasó su vida entre manifestaciones incendiarias, constantes cambios de domicilio huyendo de la policía, la constante ausencia de su padre y el marchitamiento de su madre… Su padre, Lenny Snyder (alter ego de Abbie Hoffman, un activista revolucionario de los 60-70), es un profeta, un líder de personalidad magnética, un trasunto de nuevo mesías que ha nacido en Nueva York para liderar el movimiento hippy e impulsar el cambio de orden que el mundo necesita, capaz de movilizar a miles de personas para hacer que el Pentágono “levite” con el poder de la mente, y que sin embargo es incapaz de conseguir el cariño y amor de su hijo y su mujer, a los que es incapaz de prestar la atención necesaria para protegerles.

Un libro que nos muestra que las ansias de provocar, de destacar y de generar la polémica más grande acabó derivando en una infantil competición entre aquellos agitadores sociales; que el consenso aparente que reinaba entre ellos de amor libre y paz a menudo se derrumbaba cuando se enfrentaba con la realidad personal de cada uno de ellos, lo que a su vez acabó haciendo que estos hippies mutaran en su némesis, los yuppies o quedaran descolgados en tierra de nadie, viejas glorias que buscaban su lugar, suerte que transmitieron a las siguientes generaciones, sembrando la semilla de un capitalismo individualista y una sociedad en la que los signos de singularidad fuera del sistema son vistos como anomalías que hay que neutralizar.

RUBÉN OLIVARES