El álbum, publicado por Impedimenta, se centra en el día a día de Adèle, la dueña de un pintoresco café que, situado cerca de un acantilado, resulta centro de reunión y entretenimiento de un pequeño pueblo. Por ello, Adèle se desvive por sus clientes, a los que conoce al detalle y mima en demasía. Siempre está dispuesta para ellos y siempre lo hace de buen humor.

Todo parece idílico y perfecto hasta que llega la lluvia. Cuando esta llega, Adèle se encierra en su cama, abandona el trabajo y no quiere salir. El cielo gris y encapotado no le permiten seguir con su carácter alegre y jovial. Y el café cierra hasta que regresa el buen tiempo.

Pero un día, ya de vuelta, cuando todos los clientes se han marchado a casa y es hora de cerrar el café, en mitad de una tarde soleada la alegre protagonista cae en la cuenta de que alguien se ha dejado olvidadas unas bonitas botas de agua. Este descubrimiento será seguido por otros, y estos comenzarán a dar lugar a un cambio. Y quizá la lluvia no esté tan mal, después de todo.

Llamando a la amistad y las relaciones humanas, Rosa a pintitas es una oda a las pequeñas costumbres que anima al lector a ansiar una vida de barrio donde la comunidad se conozca y se tenga presente y en cuenta.

A este sentimiento de positividad se le unen las ilustraciones de la artista canadiense Geneviève Godbut, a medio camino entre lo vintage y lo desfasado, que recuerdan a aquellas escenas inocentes de los álbumes ilustrados por E. Shepard, pero pasados por el ordenador de la época actual. O las escenas de personajes femeninos de la factoría Disney durante los sesenta, siempre radiantes, perfectas. Como cada una de las ilustraciones que componenen este álbum.

En definitiva, un texto costumbrista y romántico perfecto para todas las edades, que sin duda sacará una sonrisa a sus lectores y los animará a esperar con mejor ánimo la llegada del bueno tiempo.