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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«Un plan sangriento», el falso «true crime» –con juicio incluido– en el que la ficción es idéntica a la realidad

MACRAE INSISTE EN ESTA ENTREVISTA CON CONFILEGAL EN QUE A PESAR DE LAS APARIENCIAS «NO ES UNA HISTORIA REAL»

Un plan sangriento. El Caso de Roderick Macrae, publicado por Impedimenta, gira en torno a las memorias de un joven aparcero de las tierras altas escocesas, escritas mientras espera su juicio en Inverness en 1869, por haber cometido tres asesinatos brutales.

Su autor, Graeme Macrae Burnet, explica el origen y la génesis de este falso «true crime», que culmina con un juicio sorprendentemente parecido en su desarrollo, a la época actual.

Macrae insiste en esta entrevista con Confilegal en que a pesar de las apariencias «no es una historia real».

El escritor ha conseguido que la ficción se confunda con la realidad.

La inspiración de la novela, según declaró su autor Graeme Macrae Burnet a este periódico digital, fue «el caso de Pierre Rivière, un joven campesino francés que en 1835 asesinó brutalmente a tres miembros de su propia familia y luego escribió una memoria sobre los hechos que le impulsaron a cometer los crímenes».

«Esto me fascinó. La otra génesis de la idea fue que mi madre proviene del noroeste de Escocia, un lugar muy hermoso y remoto, pero que también tiene una historia muy oscura, por lo que me pareció natural localizar allí mi historia».

Una historia de crimen y locura cuyos hechos son ficción, a pesar de las apariencias, porque aunque «algunos de los personajes menores y los lugares en la novela son reales, los eventos son completamente ficticios».

«Curiosamente, sin embargo, cuando estaba escribiendo el libro, me encontré con el caso real de Angus MacPhee, que mató a tres miembros de su familia en la cercana isla de Benbecula en 1857. Una coincidencia espeluznante», relata el autor.

La novela resulta tan convincente que hay que insistir en que no son hechos reales.

“Sabía que debido a la estructura documental del libro los lectores podrían pensar que era real y no quería que la gente sintiera que los había «engañado», a pesar de que todas las novelas son en cierto sentido un truco”, dice el autor con buen humor.

Greame Macrae Burnet con la portada de su libro en español. En inglés se tituló His bloody project.

Basada en documentos «encontrados», este «thriller» histórico, finalista del Man Booker Prize, se disfraza hábilmente como un «true crime», relatado en primera persona por el asesino en unas memorias que en un primer momento consiguen que el lector simpatice con el joven aparcero de 17 años, simpatía que se rompe en pedazos con la descripción que hace tan detallada, fría y terriblemente cruel de los asesinatos.

Un relato del que los literatos de Edimburgo dudan seriamente por considerar «bastante inconcebible que un campesino semianalfabeto pudiera producir una pieza tan sostenida y elocuente de escritura».

El relato culmina cuando Roderick va a casa de su vecino armado con sus aperos de labranza, una zapa y una laya, y mata a su hija de 15 años, con quien tonteaba por los prados, a su hijo pequeño de tres años y finalmente a su bestia negra, Lachlan Mackenzie, alias Broad, el alguacil de la aldea autor de los agravios a la familia de Roderick que habían acabado con el desahucio de su casa familiar.

A las memorias de Roderick se contraponen el informe del médico de la prisión, James Bruce Thomson, uno de los personajes reales de la novela, quien tiene opiniones firmes sobre las características y propensiones de la «clase criminal» en base a las nuevas teorías antropológicas, así como las declaraciones de vecinos, familiares y amigos, otros facultativos y su propio abogado.

Roderick confiesa desde el principio su deseo de librar al mundo de Lachlan Mackenzie.

El quid de la cuestión es si el joven está loco por matar a tres personas, si ha perdido la cabeza al admitirlo tranquilamente, o bien si las penosas condiciones de su vida le han empujado al crimen, a causa de la «locura moral» y la «imbecilidad moral» que explican su comportamiento, según dictamen del médico.

La novela describe de forma naturalistas las condiciones de vida de la aldea de aparceros, una docena de casas, algunas de ellas poco más que una choza, donde conviven hombres y animales, y cómo sus habitantes intentan sobrevivir bajo el mandato del laird o terrateniente, el cura y el áspero clima en un ambiente de predestinación sombrío e inevitable.

Las normas, que nadie conoce, son las normas y en 1869 no hay más que obedecer, callar y agachar la cabeza.

Este «thriller» histórico, finalista del Man Booker Prize, se disfraza hábilmente como un “true crime”, relatado en primera persona por el asesino en unas memorias.

EL AVANZADO SISTEMA JUDICIAL ESCOCÉS

«Investigué mucho antes de comenzar a escribir el libro- dice Macrae Burnett. – Me sorprendieron las terribles y primitivas condiciones en que vivían los aparceros y esta investigación es la que finalmente dio forma a la narrativa».

«Dicho esto, mi preocupación como escritor es principalmente crear personajes creíbles y complejos, en lugar de exponer las condiciones sociales o hacer algún punto político».

Hay un episodio que describe perfectamente esa situación de vasallaje: Roderick y su padre recolectan laboriosamente algas marinas de la costa para extenderlas por los campos, pero Lachlan les obliga a devolver las algas al mar porque no tienen el permiso del laird para usar nada de su propiedad.

El proceso judicial a Roderick Macrae es sorprendentemente moderno: «Aunque las Highlands estaban bastante atrasadas en este momento, Escocia en su conjunto era en el siglo XIX un centro líder en filosofía europea, la llamada Ilustración de Edimburgo».

«El sistema judicial estaba muy evolucionado y las ideas sobre la locura y la responsabilidad penal, aunque bastante nuevas en 1869, eran muy parecidas a las actuales».

Los periódicos de la época hacían una cobertura exhaustiva, casi palabra por palabra, de juicios famosos, pero el autor también examinó «documentos relacionados con varios casos de asesinato del siglo XIX en el Archivo Nacional de Escocia, incluidos informes psiquiátricos, declaraciones de testigos e incluso cartas de los mismos asesinos. ¡Ese tipo de material es una mina de oro para un novelista!», asegura con entusiasmo.

¿CUÁL ES LA VERDAD?

El objetivo final de la novela parece ser mantener a los lectores preguntándose, a lo largo de la novela y más allá: ¿Cuál es la verdad? ¿Cuál es la explicación lógica? El por qué depende de si se demuestra que el joven está loco o es simplemente un monstruo de sangre fría en busca de venganza.

La motivación no está clara. Inicialmente, parece haber sido provocado por repetidas injusticias. La otra explicación, mucho más oscura, es el rechazo sexual.

«Muchas de las preguntas que plantea la novela se dejan abiertas, precisamente para que el lector tenga que sacar sus propias conclusiones. Esto es mucho más atractivo que resolverlo todo o presentar una versión definitiva de la verdad. Es como si el lector tuviera que desempeñar el papel de detective, psiquiatra o miembro del jurado», explica Macrae Burnet.

La estructura del libro, con diferentes relatos de varias personas, que van cambiando la percepción de la historia por parte del lector, recuerda a las obras de Wilkie Collins, pero, dice el escritor, este tipo de recurso narrativo se encuentra también en las obras de Bram Stoker, Robert Louis Stevenson y James Hogg…

«El uso de diferentes narradores, cartas y documentos para contar la historia era completamente convencional en la ficción británica del siglo XIX, por lo que parecía muy apropiado utilizar estas técnicas para contar mi historia».

EL AUTOR

Un plan sangriento es la segunda novela de Graeme Macrae Burnet, que actualmente escribe su cuarto trabajo, «una novela ambientada en la década de 1960 en Londres, sobre la relación entre una protagonista sin nombre y una psicoterapeuta radical».

Comenzó a escribir cuando era adolescente después de leer El Guardián entre el Centeno, de J. D. Salinger y El Extranjero, de Albert Camus.

«Me llevó 30 años publicar mi primera novela, así que me gusta pensar que tuve un buen aprendizaje».

Sus gustos, desde luego, son clásicos y entre sus autores favoritos figuran Georges Simenon, Kafka, Madeleine Bourdouxhe, Annie Ernaux, Dostoyevsky, Orwell o Françoise Sagan.

Entre los españoles, «leí y disfruté un poco de Arturo Pérez-Reverte y algunos autores latinoamericanos».

Adelaida del Campo.