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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

“Me acuerdo” de George Perec

La editorial Impedimenta se acuerda de George Perec y rescata de la desmemoria «Me acuerdo», un listado de evocaciones personales adheridas a la biografía e intimidad del autor que, según sus propias palabras, ‘no merecían formar parte de la Historia, ni figurar en las Memorias de estadistas, alpinistas y monstruos sagrados’.

A mediados de los años setenta, Perec enumeraba como de costumbre, lo hacía a su manera, con apuntes en vertical y escritos al margen. Enumeraba espacios, para ser más precisos, y lo titulaba Especies de espacios porque Perec no edulcoraba, no era este su estilo, lo suyo era cumplir con lo prometido. Enumeraba espacios prosaicos como el campo o la habitación, la ciudad o el barrio, también el propi espacio como término en sí mismo en una última vuelta de tuerca. Y los describía en sus términos, que en cada caso eran unos distintos. No se olvidaba tampoco del inmueble, cuya sección incluía además un anticipo, el anuncio desdramatizado de un proyecto de novela: ‘Me imagino un inmueble parisiense cuya fachada ha desaparecido […] de modo que, desde el entresuelo a las buhardillas, todas las habitaciones que se encuentran delante sean visibles instantánea y simultáneamente’. Incluso revelaba su título por si a alguien se le ocurría preguntar y acaso para despejar dudas sobre posibles estratagemas publicitarias, le pondría La Vida instrucciones de uso, y lo que empezó como breve anotación al comienzo de un capítulo terminó convirtiéndose en apogeo perequiano indiscutible, una suerte de Divina Comedia oulipiana y uno de los mejores libros del siglo XX.

Fue precisamente en esa misma época, aquella en que el autor de Las Cosas diseccionaba el espacio, que Perec se interesó también por el tiempo y recopiló souvenirs vivenciales, 480 recuerdos de su infancia y juventud que su primera traductora al castellano, Yolanda Morató, definió como un ‘viaje a la memoria colectiva de un país’. A aquel listado lo tituló Me acuerdo. ‘Me acuerdo de que, hacia mediados de los años cincuenta, lo chic consistió durante una temporada en llevar en lugar de corbata unos cordones de una finura a veces extrema’/ ‘Me acuerdo de que André Gide fue alcalde de un pueblecito de Normandía y de que presumía de ser pomólogo’/ ‘Me acuerdo de que tuve una linterna con una empuñadura que le daba el aspecto de un revólver’.

Je me souviens
… así siempre.

Obra menor en comparación con su expansivo pariente espacial, Me acuerdo es magistral en su reivindicación del valor de la subjetividad, que en el texto se arroga poder absoluto frente a las fastuosas mitologías a las que por entonces se presumía infalibilidad. Sin pompa o altanería, Perec invirtió los términos e hizo de lo propio universal a partir de pequeños fragmentos de cotidianidad. Interpeló así a una sociedad, la suya, la francesa, que en la década de los setenta acumulaba ya tantos sobresaltos que se inclinó por la desmemoria. Modiano se propuso algo parecido en esa misma época.

Al lector en castellano, el recorrido no le resultará extraño. Hallará en lo ajeno nexos de unión con lo propio y reelaborará su biografía y la de su entorno con resultados inesperadamente valiosos. Me acuerdo, diría quien escribe estas líneas, de Vera y Barrionuevo haciendo ejercicio en la cárcel, y de la imagen tomada desde un tejado.