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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Memorial de Bucarest

'Solenoide' de Mircea Cartarescu es un libro insólito e inolvidable.

Este libro es el diario de un joven escritor sin fortuna. También una crónica en caja baja de la Rumanía de los años setenta y ochenta. Y una apasionada declaración de amor (y de odio) a Bucarest, «la ciudad más triste del mundo», que surgió en el mundo «de una vez, ya en ruinas». Este libro es un testimonio íntimo, lírico, ensimismado. También un mamotreto fantástico. Y onírico. Y testimonial. Este es un libro desesperado que rebosa fantasía. Unas memorias distópicas. Un desgarro sin prisa. Una historia real protagonizada por un doble…
Quizá vaya viéndose que este libro es, en cierto modo, algo que no debería tenerse en pie. Sin embargo, lo hace: su aparatosa arquitectura se eleva gracias a una energía sutil. Y verdadera. Al conseguirlo, nos hace pensar en una clase de novelas, ambiciosísimas y testimoniales, que quizá ya no se escriben. No al menos sin una autoconciencia literaria, manierista, que puede llegar a conseguir grandes ejercicios -puede que incluso ejercicios deslumbrantes-, pero no, tal vez, grandes libros.
El protagonista de ‘Solenoide’ es algo así como el Mircea Cartarescu (el personaje se refiere a él como «el escritor lejano y célebre que lleva mi nombre») al que no le fue bien. Esto tiene una vertiente autobiográfica. No hay vida sin hundimientos y el adolescente más feliz no esquiva sus horas Dostoievski. Algunas de las páginas más impresionantes de ‘Solenoide’ tienen que ver con episodios reales de la vida del autor, como la muerte de su hermano gemelo o su estancia, siendo un niño, en un sanatorio para enfermos pulmonares. Otros episodios son en cambio ficticios, aunque responden a un presupuesto realista que resulta muy interesante.
Sería algo como: ¿qué habría ocurrido en mi vida si mi naturaleza más íntima se hubiese impuesto de veras en el combate que todo temperamento entabla con la sensatez, el entorno, el miedo o la costumbre?
Esa autobiografía al tiempo real e imaginaria adopta en ‘Solenoide’ la forma de un diario torrencial, una «especie de memoria») en palabras del joven profesor de instituto que escribe en sus cuadernos con compulsión. Al tiempo que reconstruye en ellos, sin orden pero con detalle, episodios de su vida pasada, anota lo que sucede en su presente de escritor frustrado (el cenáculo de grandes maestros destrozó su primer poema y ahí acabó todo: qué bueno es Cartarescu satirizando ecosistemas literarios) y explorador por las avenidas desoladoras de Bucarest. Esa cotidianidad «más que anodina¡¡ tiene su lado previsible (la vida en el instituto, la relación del protagonista con Stefana), pero adquiere con enorme frecuencia una textura fantástica. En el libro hay sectas que recorren cementerios, un número asombroso de insectos o una casa infinita y cambiante que, situada en el barrio de los gitanos, recibe su energía de un «Solenoide» capaz de propiciar prodigios. Imagínense su vida doméstica si tuviesen el Aleph justo en la caldera.
Borges, Kafka, Bulgakov o Pynchon son nombres que le vendrán a la cabeza al lector de esta novela. Pero, al terminarla, ninguno de esos nombres resonará con más fuerza que el de su autor. ‘Solenoide’ compone un asombroso retrato de Mircea Cartarescu y se abre -digámoslo así- como un yacimiento donde brilla toda su literatura. Un libro mayor, insólito, inolvidable.