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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Mensaje en una botella

Un clásico alemán acallado desde la Posguerra.

Frente oriental, verano de 1944, el último de la Segunda Guerra Mundial en Europa. No lejos del poblachón polaco de Lyck –rebautizado Elk en la anexión soviética posterior–, un soldado alemán defiende con su pequeña unidad una línea férrea. El Ejército Rojo no para de avanzar y arrecian los ataques de los maquis. En aquella zona de bosques y ríos, la tropa de la Wehrmacht también sufre un calor sofocante y voraces nubes de mosquitos. Y sufre la guerra en sí. Una guerra que se ha ajado, como estos hombres, jóvenes, pero ya casi todos veteranos. “Ya nadie les preguntaba como antes” a los tiradores “por el número de veces que habían dado en el blanco”. Tienen “las culatas de los fusiles cubiertas de muescas, pero eran marcas viejas ya, y carentes de brillo”. “Ahora, hasta la misma tierra se había vuelto contra ellos”.

El desertor, cuyo título remite a uno de estos soldados al borde de la quiebra moral, el protagonista Walter Proska, respira ese desencanto existencial tan típico de Heinrich Böll, Günter Grass y otros titanes literarios que han explicado en alemán el espíritu hastiado de la posguerra. No es casual. Siegfried Lenz cofundó el Grupo 47, que reunía informalmente a estos autores de Nobel, al poeta Paul Celan o al ensayista Hans Magnus Enzensberger. Se cuenta por derecho propio entre estos grandes intelectuales de la Alemania hecha trizas, gracias a novelas como la totémica Lección de alemán, cuentos y ensayos.

Sesenta años en un cajón
Terminada de escribir en enero de 1952, El desertor prefigura en cierto modo la citada obra maestra de Lenz, de 1968. Ambas narraciones tienen como telón de fondo el tétrico período nazi, giran en torno a la crisis de conciencia que provoca la obediencia a un compromiso tan patriótico como poco cuestionable y están protagonizadas por personajes inadaptados a su sociedad. Pero El desertor no es solo un título histórico por tratar de una época pasada. También lo es por su propia andadura editorial.

El autor, nacido en 1926 en la localidad donde transcurre la obra y fallecido en 2014, no llegó a ver publicado este trabajo. El desertor, que era su segunda novela, debió dormir seis decenios en un cajón tras ser rechazada por la editorial habitual del escritor. ¿Por qué? Su honestidad quirúrgica podía no sentar bien en una Ale-mania en pleno proceso de desnazificación y también de desgarro por la Guerra Fría.
Por cierto, cuando por fin salió a las librerías en alemán, en 2016, encabezó las ventas junto con otro clásico largamente esperado, este maldito: la edición crítica del Mein Kampf de Hitler. Gracias a este éxito extraordinario, en breve se filmará una adaptación al cine, cuyo estreno está previsto para 2020. Julián Elliot