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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Mircea Cărtărescu: Las Bellas Extranjeras

Căr­tă­rescu cam­bia de regis­tro y nos ofrece una diver­tida sátira en la que no deja títere con cabeza.

Quien esté fami­lia­ri­zado con la obra del poeta, narra­dor y crí­tico lite­ra­rio Mir­cea Căr­tă­rescu (Buca­rest, 1956) sabe que sus libros (Lulú, Nos­tal­gia o Por qué nos gus­tan las muje­res, entre otros) se carac­te­ri­zan por su lirismo, su gran domi­nio del len­guaje y su rea­lismo mágico. Sin embargo, en Las Bellas Extran­je­ras el autor rumano cam­bia de regis­tro (como él mismo se encarga de adver­tir en el breve pró­logo que abre la obra) para ofre­cer al lec­tor tres rela­tos auto­bio­grá­fi­cos que resul­tan ser una sátira sobre su país, sobre el mundo de la lite­ra­tura y sobre sí mismo.

En “Ántrax”, el pri­mero de esos rela­tos, Căr­tă­rescu nos cuenta cómo, en plena para­noia post-11-S, recibe un sos­pe­choso sobre enviado desde Dina­marca y teme ser el blanco de algún loco que ha deci­dido enviarle una dosis letal de ántrax. Se aden­tra así, acom­pa­ñado de su mujer, en el kaf­kiano sis­tema poli­cial y buro­crá­tico rumano hasta que, tras varios días de angus­tia, des­cu­bre qué con­tiene ese sobre, quién se lo ha hecho lle­gar y por qué.

En “Las Bellas Extran­je­ras (o cómo me con­vertí en un escri­tor ado­ce­nado)”, el relato más extenso, el autor narra su aven­tura en Fran­cia, país al que se des­plaza junto con otros once escri­to­res ruma­nos para par­ti­ci­par en el pro­yecto Las Bellas Extran­je­ras (Les Belles Étran­gè­res). En esta narra­ción apro­ve­cha Căr­tă­rescu para des­tri­par sin pie­dad y con muchí­simo humor los entre­si­jos del mun­di­llo lite­ra­rio rumano (aun­que sus pala­bras podrían tran­qui­la­mente extra­po­larse a cual­quier país), carac­te­ri­zado por la hipo­cre­sía y la envi­dia, pero tam­bién cri­tica la ima­gen que el resto de paí­ses euro­peos sue­len tener de Ruma­nía, que viene a ser la de un país en el que no hay agua corriente (de elec­tri­ci­dad o Inter­net ni habla­mos) y donde la mayo­ría de la pobla­ción son pas­to­res de cabras ile­tra­dos que viven en con­di­cio­nes miserables.

Por último, en “El viaje del ham­bre”, el autor narra el viaje que rea­liza a Băcău con la inten­ción de dar una lec­tura poé­tica, invi­tado por un grupo de des­ce­re­bra­dos y desor­ga­ni­za­dos artis­tas con los que pasará dos días de lo más surrea­lis­tas (en los que, ade­más, no pro­bará bocado, lo que hará su nefasta expe­rien­cia aún peor) y en los que vivirá las situa­cio­nes más absur­das que nadie puede imaginar.

Aun­que ale­jado del estilo habi­tual del autor, Las Bellas Extran­je­ras es una obra que sub­raya la cali­dad lite­ra­ria de Căr­tă­rescu y que ade­más nos ofrece una visión de su país (y, espe­cial­mente, de sus escri­to­res) que no cono­cía­mos hasta ahora. Ácido, mor­daz y con muchí­simo sen­tido del humor (aun­que estos rela­tos dis­tan mucho de ser tex­tos cómi­cos), el autor se per­mite tam­bién reírse de sí mismo y de sus defec­tos y con­tra­dic­cio­nes, con­si­guiendo así un libro intere­sante, diver­tido, crí­tico y, sobre todo, humano.