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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Mircea Cărtărescu: «El ala izquierda (Cegador I)»

«Cuando salió del patio en forma de U, Maria se adentró en el otoño. Sobre el patio, el cielo seguía siendo de un azul intenso, unas nubes de leche, mofletudas, flotaban inmóviles. La adelfa verde y rosa pintaba aún su sombra azulada sobre la pared encalada de la casa de la izquierda, y sus inquilinos agitanados transpiraban en medio del olor a gachas como si fueran las excrecencias carnosas de un arrecife de coral».

El índigo, el rosa, el verde de este párrafo más el azafrán y el rojo son los colores de este libro. Pertenecen al mundo onírico, fundacional de un pueblo (el rumano), de una ciudad, Bucarest y de una época sin tiempo, mitológica. Colores que se repiten obsesivamente a lo largo del libro formando un cuadro gigantesco. Porque en el imaginario de Cărtărescu todo está conectado y todo se contiene: en una mota de polvo están las partículas originales del universo, en el narrador (Cărtărescu) está su calle, que es la calle de su infancia, y en su calle está el Universo entero.

Si uno quiere ver estos colores físicamente debe ir a contemplar los murales del monasterio de Voronet, en el norte de Rumanía. En la zona hay en total ocho iglesias-monasterio pintadas que son patrimonio de la humanidad. Los murales de Voronet representan escenas del apocalipsis y pudieron servir perfectamente de inspiración para la iconografía de El ala izquierda, uno de los volúmenes que componen la trilogía Cegador.

El libro no solo tiene una intención simbólica abarcadora que va desde las partículas elementales al Universo, pasando por Cărtărescu y su familia, y la propia Rumanía, sino que tiene un estilo pictórico. En palabras del autor, podría parecer un tríptico barroco, como El jardín de las delicias. En «el tríptico» se representan en el mismo plano la realidad y la mitología, el sueño y la vigilia, los insectos y las personas, todo es comparable, todo es visto desde el punto de vista escatológico, por eso, a la vez que se destaca la unidad de todo, se resaltan sus partes: la habitación del autor es un útero, la madre puede viajar por la cóclea, el martillo y el estribo de un oído gigantesco que, inicialmente, era un mausoleo, y un edificio se convierte en los pechos de una mujer.

Adivinamos una cosmogonía primordial, rudimentaria: el bien y el mal, el ángel y el demonio, el hombre y la mujer, lo activo y lo pasivo. El tantrismo rige el universo del libro y el estilo del autor, ya desde el título: El ala izquierda recuerda el sendero de la mano izquierda, de la filosofía tántrica. La mariposa (que representa la inmortalidad) es otro símbolo aglutinante y una fuente de inspiración esencial es el folclore rumano: los lagos que piden sacrificios, los seres sin sombra y sin ombligo, los muertos vivientes que martirizan a sus familiares. Lo monstruoso y lo terrorífico animan todo el cuadro, de la misma manera que animan el tríptico bosquiano.

En uno de los capítulos del libro se afirma que este «es un libro ilegible, un libro». Porque los libros auténticos contienen un secreto indescifrable, y lo mismo valdría decir para todas las artes, pero es ilegible sobre todo porque volamos con «el ala izquierda», es decir, que de nuestra vida solo conocemos el pasado.

Mercedes Martín