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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Oso

Oso fue la novela más famosa y controvertida de Marian Engel. ¿Controvertida? Tal vez lo fuera en su momento y en clave canadiense, ahora mismo controversia la justa: es un muy buen libro (y trataré de explicar el porqué). ¿Provocador? Puede. Aunque creo que sólo lo será para quien sea susceptible de escandalizarse con facilidad. Si algo provoca son reflexiones, y esto siempre es un valor añadido en una lectura.

Una hermosa portada. Reveladora. Una sinopsis que ya nos habla de una relación íntima. No es habitual que Impedimenta desvele tanto en sus sinopsis e incluso en su portada. Aquí hay truco, me digo. Si dicha relación no va a ser una sorpresa entonces el atractivo tiene que estar en otra parte. ¿Una versión zoófila de las 50 sombras? ¿Una bravata de la editorial? No me lo creo. Pero estaba más que dispuesta a descubrir qué había en este libro, que además llamó mi atención desde el principio (tengo una peculiar relación -aunque no tanto como Lou- con los osos. Pero esa es otra historia).

En mi brazo izquierdo tengo un tatuaje que dice Cuéntame una historia. En el derecho otro que pone Las historias son mapas. Ambas citas son de Jeanette Winterson. Es obvio que me gusta que me cuenten historias (y aún más vivirlas), con las que luego voy construyendo mi cartografía propia, mapas íntimos para encontrarme o no perderme. Y Marian Engel me cuenta una historia, diferente, introspectiva, delicada, sólida, coherente. Ahí estaba el truco (una vez más): en el cómo. No todas las historias me llenan o me atraen, algunas me importan un carajo. Pero, ay, si están bien contadas…

Oso fue la novela más famosa y controvertida de Marian Engel. ¿Controvertida? Tal vez lo fuera en su momento y en clave canadiense, ahora mismo controversia la justa: es un muy buen libro (y trataré de explicar el porqué). ¿Provocador? Puede. Aunque creo que sólo lo será para quien sea susceptible de escandalizarse con facilidad. Si algo provoca son reflexiones, y esto siempre es un valor añadido en una lectura.

Pedofilia, bestialismo, necrofilia, incesto… El sexo es siempre un tema tabú, no digamos ya las relaciones que son consideradas como “desviadas”. Ains, el miedo, las prohibiciones, los obstáculos, los frenos. En su momento la masturbación fue considerada una parafilia. Ahí lo dejo, que no me voy a meter en berenjenales. Pero olvidaros de la zoofilia e ir más allá. Hay más.

Oso es una lectura realmente sorprendente, pero no transgresora. Sí, vale, una bibliotecaria y un oso… ¿y? Es que justo ahí está una de las fortalezas de este libro: que fluye de una forma tan (taaaan) natural. Veamos qué nos dice la RAE de natural (tomo sólo las acepciones por las que he escogido la palabra natural para referirme a este libro):

1. adj. Perteneciente o relativo a la naturaleza o conforme a la cualidad o propiedad de las cosas.
2. adj. Hecho con verdad, sin artificio, mezcla ni composición alguna.
3. adj. Espontáneo y sin doblez en su modo de proceder.

La naturaleza atraviesa cada página, incluso atraviesa (y no seáis malpensados. O sí.) a Lou, en una suerte de mimetismo con el entorno que tiene muy mucho que ver con los cambios que se producen en ella. Porque Lou necesitaba un cambio en su vida. Lo sabe, lo sabe con la contundencia de quien es consciente de que vida sólo hay una y la que está viviendo no le satisface. ¿Se necesitan más argumentos para un cambio?

«¿Dónde he estado?, se preguntó. ¿En una vida que ahora podría considerarse una ausencia de vida?»

Propensa a las crisis de fe, buscando su lugar en el mundo, insatisfecha con sus relaciones sexuales y sociales, necesitada de redefinir objetivos vitales, Lou aprovecha la oportunidad que le ofrece su trabajo y decide ser feliz allí, en la mansión victoriana situada en una isla al norte de Ontario que además incluye un exótico acompañante: un oso.

Marian Engel hace un malabarismo increíble: nos cuenta la transformación de Lou a través de su relación con el oso. ¿Cuál es el malabarismo? Que nos lo creemos, que nos parece natural. Nos convence. Engel no retuerce nada, no hay dobleces, ni rellenos innecesarios, no hay trucos baratos, ni dramatismos, ni sensiblerías (aunque sí sensibilidad). Hay mucha coherencia, sinceridad y honestidad en la forma de contar esta atípica relación. Es un libro poco hipócrita. La hipocresía puede estar en la mirada de quien lee, pero no de quien nos lo cuenta.

«Trelawny está bien. Tiene voz propia. Es un hombre injusto pero TIENE VOZ PROPIA.»

Si no recuerdo mal TIENE VOZ PROPIA son las únicas mayúsculas que aparecen en todo el libro. No será casual, creo yo. Lou encuentra finalmente su voz propia, se escucha, y lo hace con naturalidad, sin aspavientos ni patetismos. Se rescata. Gracias a su relación con el oso.

«Vaya, ¡qué extraño!, hacer eso. Haberlo hecho. Que me lo hicieran.
Hurgó en todos los rincones de su conciencia para ver si se sentía mal. Se sentía querida.»

No, no lo intentéis. No humanicéis al oso. Ese habría sido un recurso fácil. Engel no lo hace (y no hace nada gratuito), aunque llegue a poner en boca de Lou un “te quiero” y más. Cada vez que intentes humanizarlo, Engel nos sujeta, nos recuerda que es un oso, un animal. Es un acierto hacerlo así. Porque realmente es así, es un animal, no lo transformemos a él, no olvidemos que la única transformación es la que se produce en Lou.

No tengo que complacer a nadie. Qué más da si no te excito, te quiero y basta.

El amor puro es perverso. Adiós, Walt Disney. Bienvenida, Marian Engel.

Todo un descubrimiento esta historia, muy bien escrita además. Un libro que hace lectores. Buenos lectores. Es un libro-puente: fuera de lo comercial, lo usual, lo mayoritario, pero que facilita el tránsito a quien quiera acercarse a la literatura menos masificada pero de calidad.

Gracias a la ineludible conjunción de unos cuantos astros, tuve la oportunidad de participar en el Club de Lectura que la librería-café segoviana Intempestivos organizó sobre Oso, reencontrándome de nuevo con Enrique Redel, editor de Impedimenta y Pilar Adón, joven escritora, poeta, editora y traductora, dos personas apasionantes y apasionadas con las que, junto con Judith, librera de Intempestivos, y el resto de participantes, fue un placer el charlar sobre esta lectura y sobre libros en general, y además conocer las claves y entresijos de cómo llegó este Oso a Impedimenta. También me comí una galleta-oso que Enrique y Pilar tuvieron la amabilidad de regalarnos. Riquísima.