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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Oso, de Marian Engel

Oso, oso- susurró, acariciándole las orejas. La lengua, no solo musculosa sino también capaz de alargarse como una anguila, encontró todos sus rincones secretos. Y, como la de ningún ser humano que hubiera conocido, perseveró en darle placer. Al correrse sollozó, y el oso le enjugó las lágrimas."

El placer de quedar hechizado con un libro. Estás paseando por la librería, observando con atención las estanterías abarrotadas de libros. Te paras; has visto algo. Ese libro, con esa bella portada, con esa editorial que es de fiar. Lo coges, lo miras, lees la sinopsis, te sorprende, te tiene. Esto es lo que me pasó con el libro que os traigo hoy. Es una lectura diferente y la verdad es que empiezo esta reseña sin saber cómo va a acabar. Hoy os traigo Oso, de Marian Engel.

Conocemos a Lou, una bibliotecaria joven y retraída que trabaja clasificando documentos y mapas. Su vida cambia cuando el director le adjudica la labor de clasificar los libros que conforman la gran biblioteca de la casa que un coronel ha legado al instituto, junto a la isla donde se encuentra. Lou, contenta de huir de las sombras de su despacho hace las maletas y se va del bullicio de Ottawa, se retira al norte de Canadá, la exultación de la naturaleza.

Allí conoce a Homer y a su hijo, que la llevan en barca a la isla y la ayudan a instalarse en la casa. Antes de irse la advierten de que el coronel tenía una mascota, un oso, y que sigue allí. Cuando se van se hace el silencio, y mientras Lou trabaja en clasificar la biblioteca de la casa, la soledad que la ha acompañado durante toda su vida la oprime y el oso la observa con una mirada triste desde su establo. Poco a poco y progresivamente ella y el oso van tejiendo una relación cada vez más y más íntima.

Y cuando digo íntima, ¿qué entendéis? No, no sois mal pensados, habéis acertado. Lou, la protagonista de esta historia, es tan zoófila como Humbert Humbert, de Lolita, es pedófilo. Son amores prohibidos, indecentes a ojos de la sociedad y que, ojo, comparto hasta la médula. Sin embargo, al igual que Lolita, el lector sufre en esta lectura un dualismo en el pensamiento. Por un lado encuentra monstruosos, asquerosos y enfermizos los deseos sexuales del / la protagonista. Pero por otro lado, al ser narrado en primera persona la conciencia de estar haciendo una locura que se aparta de lo ético y moral, el deseo incontrolable y la pugna entre ambos que existe en el interior del protagonista se viven directamente por el lector.

La narración es suave y tranquila, tan silenciosa y discreta como su protagonista y en ocasiones llega a ser erótica. Había momentos en los que me recordaba mucho al estilo de Alice Munro -autora también canadiense que, como Margaret Atwood, Margaret Laurence o Robertson Davies alabaron este libro-. Coincido de alguna manera con lo que dice este último de Oso: «una novela obscena y extraña. Uno de los títulos más hermosos y significativos de la literatura canadiense». Esta contradicción es la que se vive en esta lectura. Si me extraigo de la mágica atmósfera del libro lo encuentro horroroso, pero cuando respiro el aire estupefaciente de las palabras de Engel siento este amor imposible, truncado por la imposibilidad biológica, por una distancia insalvable.

Cuando Marian Engel publicó Oso en Canadá supuso todo un escándalo y, aun así, ganó el Governor General’s Literary Award for Fiction en 1976. Fue la primera mejor en tener un asiento en la junta directiva del sindicato de escritores de Canadá y en 1983 fue nombrada Oficial de la Orden Canadiense. Tres años después fallecía de cáncer en Toronto.

En conclusión, este libro no es fácil de recomendar. La narración es sencillamente increíble, pero el contenido sin duda no es para todos los públicos. Una historia muy rompedora, solo apta para mentes abiertas que estén dispuestas a escuchar -que no significa estar de acuerdo- y a no juzgar a la protagonista. Aunque en estilo difieren por completo, si os gustó la obra maestra de Nabokov estáis preparados para esta.