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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«Papá se ha ido de caza», de Penelope Mortimer

Este es el segundo libro que la editorial Impedimenta publica de los escritos por Penelope Mortimer (1918-1999). La vida de esta autora es tan interesante como sus propias novelas. Es más, podríamos decir que en esa vida encontró el principal vivero de temas de su literatura. Esos temas se resumen en las relaciones entre parejas y todo lo que circula alrededor. Hay una visión pesimista que es un reflejo de lo que Mortimer había vivido. Ese desánimo bien podía venir, incluso, de su infancia, con un padre escasamente protector, más bien todo lo contrario.

Penelope Mortimer publicó su primera novela con el nombre de Penelope Dimont porque ese era el apellido de su primer marido, Charles Dimont, corresponsal de la agencia Reuters. Ella había nacido en un pueblecito de Gales en 1918 y durante los años que van desde 1937 hasta 1949 estuvo casada con Dimont con el que tuvo dos hijas. Luego conoció a John Mortimer, del que tomó su apellido y con el que tuvo un hijo y una hija.

Entre estos dos matrimonios hubo algunas relaciones más y otros dos hijos. Parecía que la maternidad era para ella la única verdadera forma de afianzar lazos indestructibles, porque, desde luego, no valía el amor, ni las parejas ni el matrimonio. La rareza de Penelope Mortimer no está en que tuviera fracasos sentimentales o matrimoniales sino en sacarlos a la luz de esta forma tan singular y tan atrevida, dado el momento en el que se producían, tiempos de hipocresía y de ocultación.

Podíamos pensar, sin embargo, que la escritura para ella era un mero desahogo y que estaba más ocupada en vivir. Pero nos equivocaríamos. Porque escribir libros cuando se tienen cosas que decir depende siempre de saber cómo decirlas y ahí entra el estilo, la capacidad y el talento. Las tres cualidades están presentes en Penelope Mortimer, y por eso leer sus libros no es solo adentrarse en un territorio complicado, en vidas difusas, dispersas y llenas de aristas, sino en un ejercicio de introspección cargado de razones.

En 1962 publicó El devorador de calabazas donde aparecía un personaje espectacular, una de esas grandes mujeres de la literatura, la señora Armitage. En 1965 la historia fue llevada al cine y la interpretó nada menos que la gran Anne Bancroft. El guión lo firmó Harold Pinter y la dirección Jack Clayton. El título que tuvo en castellano nos indica de qué va la cosa: Siempre estoy sola.

Antes de El devorador de calabazas había escrito el libro que ahora publica Impedimenta, Papá se ha ido de caza, que vio la luz por primera vez en 1958.

La protagonista es otra mujer, Ruth Whiting, una esposa más de las muchas que siguen una existencia lineal pensando que no hay otra cosa. Una madre con hijos y obligaciones.

Es una existencia cargada de desencanto. Ninguno de los sueños de juventud se han cumplido y eso las carga de un peso inenarrable. Cualquier chispa puede hacer saltar los engranajes de sus vidas y muchas de ellas, lo vemos en la vida real, pierden los nervios ante esa nada que las abruma.

En el caso de la señora Whiting un hecho más viene a contribuir a ese estado de cosas, a esa sensación de estar al borde de un precipicio. Nada menos que un embarazo sorpresa de su hija universitaria, Angela, tras su relación poco adecuada con un tipo bastante indeseable. Es entonces cuando la madre tendrá que asumir algunas realidades que quizá no había resuelto para ella misma.

¿Qué sentido tiene la maternidad compulsiva que experimenta Penelope Mortimer? ¿Cómo esto se traslada a su escritura? ¿Hasta qué punto influyó en su forma de ser esa infancia difícil, con un padre que abusó de ella? Todas estas preguntas se mezclan con los interrogantes acerca del papel de los hombres en su vida y en la familia y se acercan, como un río imparable, a los márgenes de su literatura, rebosándolos ampliamente, conectando entre sí vida y ficción.

La obra de Penelope Mortimer es un antecedente de las novelas de autoficción que ahora están tan en boga, quizá porque se han roto los cauces que separaban existencia y literatura y porque las emociones no se reprimen ni se ocultan como solía hacerse en el pasado.

Su visión del matrimonio y de esos hombres ausentes que poco aportaban a la vida familiar, aparece al inicio de Papá se ha ido de caza: «En el transcurso de todos aquellos años de casada, una prolongada guerra en la que los ataques, aunque no se llevaran a efecto, eran siempre inminentes, había aprendido a armarse de astucia. La única manera de evitar que te hicieran daño, de soslayar la infelicidad, era huir. Los sentimientos de culpabilidad y de cobardía no constituía problemas que no pudiesen superarse con sueños, con juegos, con el suave sonido de su propia voz dándose consejos y reprendiéndose mientras iba y venía por la casa».

Infelicidad, cobardía, culpabilidad, he aquí el triángulo de sus emociones. Y la lógica solución: la huida. No física, pero sí interior. El exilio espiritual, la búsqueda de sentimientos propios. Cualquiera puede entender de qué está hablando Penelope Mortimer a estas alturas.

Lo ha dicho Edna O’Brien: «Todas y cada una de las mujeres que conozco deberían leer a Mortimer al menos una vez en la vida».

Caty León